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Séneca is pop

Publicado el 27 abril 2015 por manuguerrero

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Sigue muy vivo el dilema de las lenguas muertas. De cuando en cuando, y me temo que para siempre, a alguien se le ocurre desterrar el griego y el latín como excusa para invertir en ciencias, matemáticas o tecnología. Un carpetazo que, a la vez, cierra la puerta a los grandes sabios de la tradición grecolatina.

Sin embargo hay empresas como Ediciones Tácitas que se proponen divulgar y actualizar lo mejor del humanismo clásico. Después recuperar a Tucídides, Catulo, Sofocles o Platón, entre otros muchos, acaba de editar Cartas sobre la muerte, del pensador cordobés Lucio Anneo Séneca, en una acertada, asequible y amena traducción de José Luis Ramaciotti, una de las mentes más brillantes y cultas del Chile actual.

Un trabajo, además, cristalino porque incluye, en cada página par, el texto original escrito por el filósofo a su amigo Lucilio, a quien expone sus reflexiones acerca del arte del buen vivir (y morir). Unos pensamientos que han quedado como una de las grandes aportaciones de la filosofía a la innata preocupación del ser humano por el más allá. Y es que hace aproximadamente dos mil años, antes por tanto de la irrupción del Cristianismo, defendía que “la vida es como una obra de teatro donde lo que importa no es el tiempo que dura sino cuán bien representada fue” (carta LXXVII), después de asegurar que “la muerte es el no ser y, lo que eso sea, ya lo conozco. Después de mi muerte seré lo mismo que ya fui antes de mi nacimiento”.

Séneca era un tipo que apreciaba la austeridad, la independencia del sabio, la igualdad entre los hombres y pedía secundar la naturaleza, limitar los deseos, aceptar la brevedad de la vida y asociaba la felicidad a la virtud y al despojo de toda ambición. Solo quien es capaz de asumir con tranquilidad la muerte es capaz de vivir sin temor, plenamente. Porque no se trata de transitar por una vida oscura, entre tinieblas, sino de ajustar cada día las cuentas con la vida. “Aquel que está pendiente del futuro no aprovecha el presente. Solo vive seguro aquel que vive cada día como si fuera toda su vida”. Asumir radicalmente ese precepto te garantizará el gusto por la comida, el sueño y el placer sexual, sostenía el filósofo, político y orador cordobés.

Leyendo estas Cartas sobre la muerte yo he sentido la mirada fija del propio Séneca, revelándome el secreto matriz, el más necesario y uno de los más denostados por la mayoría de las religiones que aún imperan en el mundo. Unas recomendaciones, por cierto, que ya sedujeron en tiempos menos pretéritos a intelectuales como Dante, Quevedo, San Agustín, Descartes, Rousseau o Baudelaire. Mentes libres que hubieran suscrito estas otras palabras de Séneca a cuenta de la libertad: “Trata de no hacer nada contra tu voluntad. Todo lo que es obligado le parecerá desgraciado al que se resiste, pero no lo verá así el que tiene su corazón dispuesto” (carta LXI).

Como podrán apreciar: reflexiones añejas, pero no caducas. Útiles para estos tiempos en los que, ante el vendaval, conviene no perderse ni dejarse llevar por la superstición.

Portada Cartas sobre la Muerte

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