Archivo | enero, 2012

¡Swing contra el crack!

Publicado el 26 enero 2012 por manuguerrero

 

Tantas similitudes entre esta crisis y la del 29 que al final saldremos moviendo el cuerpo al mismo ritmo: con swing, jazz y r’n’r. Si no, vean y escuchen esta propuesta de los sevillanos O Sister! de la que ya les he hablado en alguna otra ocasión, pero que ahora traigo a colación porque han editado unas imágenes espectaculares del concierto que ofrecieron en el Teatro Alameda. Como verán, es una puesta en escena sorprendente.

O Sister! es un homenaje a la música popular norteamericana de los años 30 y, en general, de las décadas doradas del dixie y del swing. La idea surgió como un intento de recuperar aquel espíritu abierto con el que surgió el jazz, cuando aún carecía de esa connotación intelectualizada y hasta elitista que, en muchas ocasiones, nos empeñamos en otorgarle hoy. El jazz era, sencillamente, música para bailar y divertirse; la música de la calle. Y todo ello en un contexto económico y social no sin cierto paralelismo con el que estamos viviendo actualmente.

El proyecto es también un particular tributo a The Boswell Sisters, trío de mujeres pioneras en el jazz vocal que, posiblemente, no haya alcanzado la popularidad que merecía, aún siendo imitado por muchos grupos vocales posteriores y admirado por artistas de la talla de Ella Fitzgerald.

La contemporaneidad y la sorprendente, pese al transcurso de los años, manera de entender la armonía y los recursos vocales de las hermanas Boswell fue lo que les impulsó a formar este grupo y recuperar así la magia de aquella forma de hacer música.

Y atención amigos porque pronto sacarán su segundo disco.

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Aliño de aceitunas

Publicado el 21 enero 2012 por manuguerrero

De la Grecia micénica, el común de los mortales -es normal- suele saber más bien poquito pero precisamente de allí, concretamente de la isla de Creta y de 15 siglos antes de Jesucristo (que se dice pronto) hemos heredado uno de los platos más genuinamente mediterráneos y que cuenta con miles -quizá millones- de adeptos irreductibles, entre los que me hallo.

Pienso que no hay nada mejor para una mano que unas aceitunas aliñadas cuando en la otra se porta una cervecita o un medio de fino o manzanilla. En mi caso, puedo comer aceitunas a cualquier hora del día siempre y cuando sea más tarde de las once de la mañana. Antes, solo en contadas ocasiones.

Será que lo mamé. Me crié en una aldeíta de Jaén, rodeado de millones de olivos. Una de las estampas típicas de los otoños de mi infancia era ver a mi padre, a media tarde, cambiando el agua a la tinaja donde metía las aceitunas recién cogidas (y ya ralladas o partidas) para quitarles su amargor. Después las aliñaba. Eso ha ocurrido, sin variación, desde entonces y hasta la actualidad. El resultado final era más que suculento: 10 kilos de aceitunas podían durar en casa menos de dos semanas. Caían sin piedad.

Ahora soy yo quien ha empezado a dirigir el empeño. Tras partirlas y endulzarlas en agua y sal durante algo más de una semana, recurro a uno de los aliños más sencillos y, a mi gusto, más efectivos de cuantos he conocido: vinagre, pimentón, comino, orégano, ajos machados, limón, agua y sal. Solo eso y tras 7 u 8 días, están listas para servir.

Es mi sugerencia de hoy. Si alguien aún no se ha atrevido a dar el paso, que no lo dude. Es fácil, económico y saludable. Las aceitunas caseras, además de su aporte nutritivo y de ayudar a controlar el colesterol, están riquísimas. Lo malo, advierto, es que abren el apetito, y eso ya no goza de tan buena prensa.

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Casualidades

Publicado el 05 enero 2012 por manuguerrero

No soy ni mucho menos aficionado al Puente de Brooklyn y es, por tanto, pura coincidencia que esta semana hayan llegado a mis manos dos libros deliciosos con una portada similar: un tipo en primer término con el gran puente de Nueva York al fondo.

El primero es El crack-up de Scott Fitzgerald, en una edición de Bruguera de 1984, prestado por una biblioteca pública (excelente servicio, por cierto, el de las bibliotecas públicas de Andalucía). Se trata de una demoledora crónica  del despertar (con resaca) del «sueño americano», rescatada por su amigo Edmund Wilson -el crítico literario norteamericano más influyente del siglo XX-, poco después de que el autor muriera en 1940. El libro es lo más cercano a una autobiografía que se pueda leer sobre el de Minnesota, y reúne ensayos de sorprendente candidez, ejercicios de estilo, observaciones literarias y, sobre todo, la crónica de una desesperación, ya que fue escrito entre 1931 y 1937, justo después de que Estados Unidos se precipitara hacia su abismo particular.

El otro, el otro es nada menos que el bautismo literario de mi gran amigo Manuel Ruiz Rico, periodista y compañero de generación, que acaba de publicar El robinson en Nueva York, un estudio sobre el periodismo y la literatura de Antonio Muñoz Molina, uno de los escritores españoles fundamentales de nuestra época.

No he hecho más que empezar a leerlo y las primeras sensaciones están siendo gratísimas, muy en sintonía con lo que mejor conozco de él, sus ya famosas conversaciones: «Manuel es una persona de verbo fácil y profundo. La palabra es su alimento. Si no habla, es como si le faltara el oxígeno. Es un conversador nato, y además de plática agradable, capaz de tocar todos los palos del saber, pasa de unos registros a otros sin apenas transición. Produce envidia verlo manejar el lenguaje», totalmente de acuerdo con la acertada descripción del maestro Ramos en el prólogo del libro.

El robinson en Nueva York se convertirá pronto, por su rigor y agradable lectura, en una obra fundamental para los futuros estudiosos del gran ubetense (a quien en mi tierra queremos tanto por su reeditada Córdoba de los Omeyas), una obra esencial para los manuales de Literatura Española, un relajante ejercicio de entretenimiento que va de Jaén a Nueva York, haciendo parada obligatoria en la imprescindible Granada. Y todo eso se lo tendremos que contar sus  conocidos desde aquí, desde España, ya que él vive ahora refugiado y por amor en Addis Adeba, víctima también de la precaria situación del periodismo en nuestro país, que no atrapa con fuerza a valores tan pujantes y seguros como el de su pluma y su cabeza, porque Manuel es sin duda un privilegio para esta dichosa y desagradecida profesión.

Amigos, ya conocíamos su tarea de gran periodista en El Correo de Andalucía… ahora lo vemos nacer como gran escritor, que es prácticamente lo mismo, pero parece que viste más.

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Protegido: Manuel Guerrero, candidato a DIR.COO.2

Publicado el 01 enero 2012 por manuguerrero

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