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Malaya me ha hecho feliz

Publicado el 25 mayo 2022 por manuguerrero

Ni la fama ni el dinero me trajeron hasta aquí. A este bendito oficio, el periodismo, llegué, sobre todo, por el deseo infantil de conocer gente interesante. Por eso cada vez que me surge un encargo nuevo lo primero que me pregunto es: ¿a quién me permitirá conocer? Si no me hubiera dedicado al periodismo, por ejemplo, me hubiera perdido impagables momentos de mi vida, como escuchar a Paco Ibáñez cantarme al oído La mala reputación, cruzarme con la divísima Rocío Jurado (una mujer que te cortaba la respiración con solo mirarte) o irme de farra varias noches con la mayor estrella de rock de este país, vosotros sabéis perfectamente quién es. [Otro día contaré, por cierto, la noche en la que estando con ese legendario cantante, una desconocida y bella pareja nos invitó a una orgía en un hotel de cinco estrellas].

Pero claro, conocer gente interesante no es, ni mucho menos, conocer a gente ultrafamosa. A menudo es justamente al revés, emociona más compartir un ratito de vida con perfectos desconocidos, hombres y mujeres que pasan desapercibidos entre la multitud, aunque carguen a sus espaldas con historias que te evocan el aplauso. Por eso estos días, el niño que fui y que tantas decisiones toma en mi vida (todas las importantes las decide ese imberbe de 13 años criado en un cuartel de policía) está tremendamente orgulloso por haberme cruzado con tres tipos admirables. Son Miguel Ángel Torres, José Manuel Rando y Marcos Romarís, tres hombres que durante 16 años han guardado silencio y, por fin, se han decidido a contar en televisión su impresionante historia. Son el juez instructor y los dos inspectores del CNP que entre 2005 y 2006 instruyeron Malaya, el mayor escándalo de corrupción urbanística ocurrido en nuestro país. Gracias a ellos se pudo poner fin a un insoportable serial de delitos varios. Gracias a ellos, 95 procesados tuvieron que rendir cuentas de sus reprochables conductas. Gracias a ellos, el Gobierno intervino por primera vez en democracia un ayuntamiento. Gracias a ellos, tuvimos conciencia de que la corrupción no era un mal inevitable. España ya nunca volvió a ser igual tras la impresionante gesta de Miguel Ángel, Marcos y José Manuel.

Aún recuerdo aquel día de principios de diciembre cuando llamé por primera vez al juez Torres para proponerle una entrevista para un documental: «Lo siento, pero en 2006 decidí mantenerme al margen de las cámaras de televisión y no pienso cambiar de actitud». La entrevista, a dos cámaras, duró unas dos horas y se grabó a mediados de marzo.

Durante la grabación de la entrevista, junto a mi inseparable Eva Pérez

Torres demostraba en cada una de sus respuestas ser un hombre bueno al servicio de una noble causa. Habló sin reparos de su llegada a los juzgados de Marbella, de su primera gran causa (Ballena Blanca), de la mecha que encendió Malaya, de todos los entresijos de la histórica instrucción, de la inteligencia del señor Roca, de los obstáculos que se fue encontrando en la causa, de las decepciones personales, de las amenazas, de las críticas que recibió y de las apuestas que se hicieron tras su impecable trabajo. También nos habló, cómo no, de Isabel Pantoja y Julián Muñoz, dos personajes secundarios pero que se apropiaron de la mayor parte de las portadas: «Ella no hacía más que llorar, porque no se imaginaba que podría sentarse frente a un juez».

Con Miguel Ángel Torres, juez instructor del Caso Malaya

Nunca sabré qué hizo cambiar de actitud a Miguel Ángel Torres, por qué pasó de un no tan rotundo a un tan generoso. Lo que sí sé a ciencia cierta es que aquel decidido niño de 13 años que determina mi vida no me permitió bajar los brazos: «Chaval, no te rindas, es ahora o nunca», me decía entre sueños mi yo infantil. La vida a veces te lleva por laberintos con final feliz.

Con José Manuel Rando y Marcos Romarís tampoco fue una aventura fácil, pero el factor cancha jugaba de mi parte. Entrar en una comisaría es volver al campo de batalla de mi infancia. Al cine Olimpia de Linares me llevaban en una furgoneta antidisturbios (las niñas que te veían bajar no se resistían a preguntar: ¿y a vosotros por qué os trae la policía?)Como Torres, Rando y Romarís también han decidido romper su silencio y contar para una cámara de televisión la etapa más emocionante de su carrera profesional, los trepidantes años en los que tuvieron que reunir las suficientes pruebas para sentar en el banquillo a indeseables empresarios y a políticos deleznables. Nunca antes, una operación policial tan famosa ha sido recreada secuencia a secuencia por sus protagonistas.

«Lo que más ilusión nos hace, sin embargo, es comprobar cómo a día de hoy sigue volviendo a Marbella el patrimonio que algún día le robaron», dicen tantos años después. A mí, personalmente, lo que más ilusión me ha hecho es constatar, una vez más, el impagable servicio que presta a este país el Cuerpo Nacional de Policía. Y qué lujo para todos contar con efectivos como Rando y Romarís, a quienes nunca jamás habrá forma de agradecerles lo que han hecho por nosotros.

Con José Manuel Rando y Marcos Romarís, inspectores encargados del Caso Malaya

Muy pronto podré dar más detalles sobre este documental que tanto ha significado para mí. De momento, comparto unas palabras de mi querido amigo José Antonio Pérez Guillén, uno de los pocos que ha podido ver el resultado final: «Es impagable el mensaje de fe en la justicia y en la bondad humana que transmiten el juez y sus policías, y que ahora olvidamos tanto en este tiempo de mentiras y maldad. Para mí ha sido un bálsamo necesario, que me ha reconciliado con lo mejor del ser humano».

Nunca hubiera pensado que el Caso Malaya me iba a hacer tan feliz. Pero es que a veces este oficio te da la oportunidad de estrecharle la mano a los grandes protagonistas de la Historia. Y esa sensación es muy difícil de explicar.

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