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Paco Lucena: «Sabina es el tipo más inteligente y más listo que he conocido en mi vida»

Publicado el 20 mayo 2020 por manuguerrero

Nunca pensó en dedicarse a la industria musical, pero Joaquín Sabina se cruzó en su camino. Así comienza la historia de uno de los más importantes mánagers de la música española de las últimas décadas. No solo estuvo 22 años llevando la carrera del genio de Úbeda (lo cogió siendo un desconocido y rompieron cuando el cantautor se hallaba en la cumbre de su carrera, tras publicar ese monumento musical conocido como ’19 días y 500 noches’), sino que fue la mecha que encendió las carreras de artistas tan dispares como Pedro Guerra, Jarabe de Palo o Malú.

Durante esas dos décadas, la vida de Paco Lucena se ceñía escrupulosamente a las reglas del tópico: sexo, drogas y rock and roll. Y, por supuesto, dinero, mucho dinero que se quemaba como si la máquina que lo fabricara nunca hubiera de parar. Pero paró. En 2000, Paco Lucena recibió una llamada de Joaquín Sabina para decirle que estaba despedido. Ahora, Paco sobrevive con una pensión de jubilación que solo le permite llevar una vida humilde. Él, que regaló un Mercedes rojo recién comprado. «Sabina me dejó a deber 525.000 euros». A pesar de todo, sigue enganchado emocionalmente a la música de su antiguo jefe (él lo llama señorito): «En mi vida no he conocido a nadie tan inteligente como él». Paco ha decidido recluirse por fin en la guarida y nos confiesa que nunca más volverá a hablar de Joaquín Sabina. Esta será, por tanto, su última entrevista.

-Me gusta servir un trago a mis amigos. ¿Qué te pongo?

No bebo alcohol. Bebí en mi juventud, pero ahora con 67 años solo bebo té verde, que mezclo con un poquito de vino blanco para que sepa a algo.

-¿Cómo estás? ¿Cómo llevas el confinamiento?

Lo llevo de puta madre. Os llevo 12 años de ventaja a los demás, los que llevo encerrado en mi casa, sin salir. Pero jode mucho, sí es verdad.

-¿Has vivido alguna experiencia parecida a lo largo de tu vida?

Estuve en la cárcel por cuestiones políticas y te puedo asegurar que estuve mejor que ahora porque es terrible no saber lo que está pasando realmente.

-Buena parte de tu vida ha sido todo lo contrario a un confinamiento: has viajado muchísimo…

Sí, y gracias a ello me ha pasado de todo: en Guadalajara (México), por ejemplo, me pusieron una pistola en la sien. También me ha permitido conocer a muchísima gente como Gabriel García Márquez o Fidel Castro, aunque las tres personas que más me han impresionado son Miguel Bosé, Charly García y Dolores Ibárruri ‘La Pasionaria’, con quien estuve 6 meses viviendo, en su casa del barrio del Pilar (Madrid), como responsable de su seguridad. De hecho, me encargaron ir a por ella a Moscú. A pesar de admirarla tanto, no tuve huevos de pedirle un autógrafo cuando sacó ‘El único camino’. Era una mujer que me impresionaba mucho.

-¿Cómo recuerdas tu juventud?

Yo nací en Tánger. Mi padre era telefonista. Cuando llegué a España lo pasé mal. Como no hablaba bien español, la gente se reía de mí. Mi padre murió en 1984 y tengo la sensación de no acordarme de él. No tuve la oportunidad de hablar con él, lo que sí recuerdo es que cuando murió, aún no existían los tanatorios, apareció con un termo de 5 litros de café Noel Soto, eso nunca lo olvidará mi familia.

-¿Convertirte en uno de los grandes mánagers de este país vino por casualidad?

Todo en mi vida ha sido por casualidad, nunca he podido elegir. Siempre he sido muy solitario, no he tenido bandas de amigos, pero allá donde iba era el líder, no sé por qué pero algo veían en mí. Cuando Joaquín Sabina me conoció me persiguió durante 2 años para que fuese su mánager. Pero no solo he descubierto a Sabina. También he descubierto a Patuchas, Pedro Guerra, Jarabe de Palo

-¿Cómo era Joaquín cuando lo conociste, recién llegado de Londres?

Joaquín es el tipo más inteligente y más listo que he conocido en mi vida y mira que he conocido gente, incluyendo a premios Nobel. Joaquín podría haber sido lo que quisiera, el director general de Coca Cola por ejemplo. En su época de Londres era capaz de robar versos de sus amigos y convertirlos en canciones.

-¿Cómo comenzó vuestra colaboración?

Tras un viaje a Úbeda, su ciudad natal, cuando dio su primer concierto allí.

-¿Esta foto es de ese viaje?

Sí, esta foto se hizo en la casa de sus padres. De izquierda a derecha aparecen el batería Paco García al que nunca más volví a ver, el guitarrista francés Jean Pierre Torlois (guitarrista de Hilario Camacho), Teresa Cano (madre de Marco Krahe), Joaquín Sabina y yo.

-Hay una gran diferencia entre las canciones que Joaquín escribe en Londres (algunas de las cuales incluye en su disco ‘Inventario’) y las que aparecen en los discos inmediatamente posteriores, ‘Malas compañías’ o ‘Ruleta rusa’ por ejemplo. ¿A qué crees que se debe ese cambio tan radical? ¿Alguien le influyó decisivamente?

Joaquín Sabina tiene mucho oficio, aprendió mucho en esos años. Pero además, como dice Pepe Navarro en un documental sobre Manolo Tena, los creadores deben ponerse de todo. Si eres bueno, el talento se te dispara. Cuando Joaquín dejó la cocaína ya no volvió a escribir nada tan bonito como ’19 días y 500 noches’. De hecho, no ha hecho ningún disco mejor que ese. Sobre sus influencias, quien más le influyó fue Bob Dylan, su héroe.

Joaquín Sabina y Paco Lucena

-Siempre se ha dicho que Sabina se casó con Lucía, en 1977, solo para obtener el “pase de pernocta”, es decir, dormir en casa mientras hacía el servicio militar. Sin embargo, en 1984, le dedica una bella canción de amor, la inolvidable ‘Caballo de cartón’. ¿Acabó enamorándose de ella? ¿Cómo recuerdas aquella relación?

Sí, Joaquín estuvo enamorado de Lucía, qué duda cabe, pero su relación fue muy tortuosa, se tiraban los platos a la cabeza. Ella trabajaba en una empresa que se llamaba Tecnoson y se iba todas las mañanas a trabajar y Joaquín se quedaba en la cama escribiendo canciones. Ella era argentina hija de españoles y la conoció en Londres. Tú fuiste quien me dijo que falleció el pasado mes de septiembre. Hacía años que no sabía nada de ella.

-En esa relación, ¿quién dejó a quién?

Lucía se fue con Manolo Tena y Joaquín eso no lo soportó.

-Tú, como mánager ¿estabas al tanto de lo que ocurría a su alrededor: amantes, malas compañías, vicios…?

Sí, yo sé todo lo que pasó en su vida durante los veintitantos años que estuvimos juntos. A veces, cuando hablo de Joaquín se me echan encima algunos sabinistas. Por eso esta será la última entrevista que haga. Soy mayor, me queda poca vida y la que me quede quiero vivirla feliz.

-Como mánager seguro que tuviste que sufrir a menudo las consecuencias de los excesos: anulación de conciertos, retrasos insostenibles… ¿Cómo manejabas aquellas situaciones?

Como mánager me arruinó, me suspendió muchos conciertos. Recuerdo una vez que tocaba en Ávila y fui a su casa a recogerlo. Había estado con dos mujeres y me pidió que suspendiera el concierto. Como mánager me cabreé muchísimo y le dije: “Joaquín, vas a ir a Ávila sí o sí”. A él le temblaban las piernas y eso nunca me lo perdonó. Ya nos habíamos perdido el respeto.

Paco Lucena y Luis Eduardo Aute

-En esa época, ¿cómo te llevabas con otros artistas? Con Burning, con Antonio Flores, Enrique Urquijo, Antonio Flores…

Yo me he llevado bien con todo el mundo, no tengo ningún cadáver en mi armario.

-¿Cómo llegó a tu vida ‘Patuchas’ (Juan Antonio Canta)? Sabes que soy un rendido admirador suyo…

En una ocasión, íbamos en la furgoneta y cuando sonó una canción de Patuchas, Joaquín dijo: “Sube la radio, que quiero escucharla. Ese tío es un genio”. Fue la única vez que Joaquín mostró interés por otro artista. Joaquín es un hombre muy listo y sabe detectar la inteligencia de los demás. Eso es lo que le ocurrió con ‘Patuchas’. Además, era un hombre polifacético: lo mismo escribía canciones que obras de teatro. Pero a ‘Patuchas’ lo conocí antes de que publicara su primer disco con Pabellón Psiquiátrico.

-¿Cómo era Patuchas a nivel humano? ¿Recuerdas alguna anécdota que vivieras con él?

Él me llamaba “amo”, me escribía cartas. La última no la abrí porque cuando la recibí ya se había ahorcado. No la abriré nunca. Para mí era como un hijo. No puedo hablar mucho de él porque me hace daño todavía. Lo que sí recuerdo perfectamente es la última vez que lo vi. La semana anterior a su suicidio estuve con Sabina en Córdoba, pues actuó en el Gran Teatro. Joaquín , que se había convertido en su amigo, lo invitó a cantar una canción con él. En el escenario fue tan metódico como el día que se quitó la vida… (En este momento, Paco se emociona…) Es que yo tuve que ir a su casa a dar fe de lo ocurrido.

-¿Qué le ocurrió?

A Patuchas le hizo mucho daño lo que vivió con Pepe Navarro. Iba a su programa a cantar solo el estribillo. Juan Antonio tenía un talento impresionante, pero si te fijas, en muchas de sus canciones hablaba de que algún día se iría.

Joaquín Sabina y Andrés Calamaro

-Joaquín Sabina tuvo mucha relación en los 90 con Andrés Calamaro y Los Rodríguez, ¿quién los puso en contacto?

Se los presenté yo porque contraté a Los Rodríguez para que fueran teloneros de Joaquín en Las Ventas, en 1996. Tengo dos grabaciones de aquellos conciertos. Una de Madrid, que es una grabación bestial que no voy a publicar (yo he visto un pequeño fragmento y puedo dar fe, pagaría por ver la grabación completa). Mientras viva Joaquín no la voy a sacar. Si se muere antes que yo, quizá. La otra es del Palau de Barcelona, donde salieron al escenario las dos hijas de Joaquín. En esa gira yo contraté a Los Rodríguez como teloneros de Sabina. Lo hice para competir con la gira “El gusto es nuestro”, en la que Joaquín no quiso participar.

-¿Qué hay de cierto en esa leyenda que une a Joaquín con las prostitutas? ¿Frecuentaba los prostíbulos? ¿Qué buscaba allí?

Sí, claro que los frecuentaba. Íbamos los dos. Cuando eres famoso y sales de un concierto no te puedes ir a un bar cualquiera porque no te dejan tranquilo. En los puticlubs sí nos dejaban en paz. Me acuerdo de un sitio que había en Costa Rica, que se llamaba ‘Cayo Largo’, donde escribió muchas canciones.

-En 1998 le mandaste una carta a Sabina para decirle que lo dejabas. ¿Qué le decías en esa carta? ¿Cuáles eran los problemas entre vosotros?

Esa carta fue para despedirme, pero a los pocos meses me llamó Isabel Oliart para pedirme por favor que fuera a Buenos Aires a por Joaquín, que estaba con una depresión enorme. Era la época en la que se grabó el disco ‘Enemigos íntimos’. Joaquín ya no soportaba a Fito Páez. Poco después me pasaron la guadaña.

-¿A qué te dedicaste tras romper con Sabina?

Me dejaron a deber 525.000 euros y en primer lugar me dediqué a intentar salvar mi familia. Estuve en la industria musical hasta 2004 y mi último artista fue Lichis.

-¿No te gustaría volver?

No, en absoluto. Prefiero vivir retirado.

-A día de hoy, ¿qué sientes cuando piensas en tu pasado, en lo importante que fuiste para la industria musical de este país? ¿te arrepientes de algo?

De mi pasado me gustaría borrarlo todo, aunque, por supuesto, no me arrepiento de nada.

-Paco. Muchas gracias, ha sido un enorme placer.

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