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No es el anís solo para viejos

Publicado el 05 diciembre 2011 por manuguerrero

Se tomaban una o dos copas de anís antes de marchar al campo, aún de noche, y en efecto los trabajadores no pasaban frío en toda la jorná.  Por eso existe en nuestro país, de marcada tradición agrícola y ganadera, un nutrido mapa de producción anisera: Cazalla, Chinchón, Ojén, Asturias… y Rute (Córdoba), donde se elabora artesanalmente este exquisito licor ininterrumpidamente desde el año 1630 y donde aún hoy perviven algunas marcas muy conocidas como Machaquito,  Altamirano o Raza. Es cierto que con el paso del tiempo, el anís ha ido perdiendo relevancia sobre todo por la invasión de otras bebidas provenientes de países lejanos y que han arraigado rápidamente, sobre todo, en los nuevos consumidores de alcohol. Se llegó a pensar que el anís era bebida para viejos.

Por fortuna para la industria local -nos cuentan los productores ruteños- la situación está cambiando. El consumo empieza a remontar debido a la variedad y a las nuevas técnicas comerciales. El anís seco, el genuino, ha dado paso a otros con menor graduación como el dulce (35º frente a 55º) o la crema de limón, que es un anís dulce al que, además, se le añade un toque cítrico y que da como resultado un licor apto para casi todos los paladares. Si aún no lo habéis probado, os hago esa recomendación.

Todo esto lo cuento porque se está convirtiendo en tradición pasarme todos los años por allí con el pretexto de comprar varias botellas. Lo hago por estas fechas y siempre rodeado de buenos amigos. Resulta embriagador -en el mejor sentido de la palabra, es decir, en el literal- ver in situ cómo se elabora esta bebida y probar a libre voluntad las variedades disponibles. Ya allí es imposible resistirse a otros licores autóctonos, como el rosoli, el de guindas, hierbabuena o hierbas, por mencionar solo algunos de ellos. Eso sí, degustación que se hace con la compañía (también gratuita) de los riquísimos mantecados de la tierra.

Y es que Rute, en diciembre, se convierte en un miniparque temático de la Navidad, pero en versión genuina. A las fábricas aniseras, de visita obligada, se le suman los museos del azúcar o del mantecado, donde suelen construir espectaculares belenes de chocolate, como este que vemos a continuación y que en 2011 rinde homenaje a la ciudad de Málaga.

Pienso que en estos tiempos que corren, aciagos e imprevisibles, deberíamos pensar en nosotros mismos, en nuestros pueblos, en nuestra gente. Igual si nos descuidamos y entre tanta invasión de los mercados y el miedo, la publicidad y la globalización, acabamos perdiendo todo aquello que quisieron dejarnos nuestros antepasados. Y no sé por qué, pero creo que de ser así, nos daríamos cuenta -siempre tarde, como suele pasar- de que lo que perdimos era un verdadero tesoro. 

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