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Ñete Lorente: «Las personas alegres pueden cambiar el mundo»

Publicado el 29 mayo 2020 por manuguerrero

Mientras todos vivíamos abatidos por el miedo, conmovidos ante la espectular cifra de víctimas mortales del coronavirus, Ñete Lorente trataba de imaginar cuándo y dónde podría presentar en sociedad su nuevo disco, ‘Vino la alegría’ (2020). Y no es que viva al margen de los problemas del mundo, sino todo lo contrario: es que sus canciones llevan la vida dentro. Todo cuanto ocurre a su alrededor vuelve a rebrotar en forma de letras y melodías. Y eso es lo que más me asombra de él, su capacidad para meter en tres minutos tantos fogonazos vitales, tantas experiencias. Su música es profunda y la vez, amena y clara, también bailable. Con su anterior disco ya demostró tener un talento inmenso. Ahora ha llegado el momento de su consagración.

-Hola Ñete. Me gusta servir un trago a mis invitados. ¿Qué te pongo?
Pues querido Manu, una buena cerveza bien fría siempre entra bien así que te la acepto encantado.

-Espero que te sientas a gusto porque la entrevista puede ser larga… ¿Eres persona de largas conversaciones?
Soy persona de conversaciones amenas. Me gusta que tengan contenido. Una conversación que no me aporte nada se me puede hacer muy larga.

-Aunque conozco bien tu música, sin embargo, te conozco poco a ti. Si te parece, empecemos por el principio. ¿Cuáles son tus primeros recuerdos musicales?
Pues te voy a contar una cosa: de niño yo me dormía con canciones de Víctor Jara, a modo de nana, y te puedo decir que sus letras se quedaron grabadas en el córtex de mi cabeza y han sido una gran influencia en toda mi carrera musical.

-¿Eras un niño sensible? ¿Te emocionabas fácilmente escuchando música o viendo cine?
Tremendamente sensible. Aún sigo siendo un niño sensible, me emocionan pequeñas cosas, pequeñas notas musicales, pequeñas imágenes y realmente esa sensación de emoción no la he perdido nunca.

-¿Recuerdas el primer disco que te compraste o que compraron para ti?
Recuerdo perfectamente el primer disco que me compré. Fue el disco de los Red Hot Chili Peppers donde ya aparecía John Frusciante como guitarrista principal después de la muerte de Hillel Slovak. El disco se titula ‘Blood sugar sex magik’ (1991).

-¿Y cuándo llegó el día de decir: esto lo quiero hacer yo? ¿sentiste en algún momento ese chispazo, esa necesidad de comunicar o de expresarte?
Siempre tuve esa sensación, yo creo que el artista nace con un gen diferente y al final, el arte es mostrar todo aquello que está en tu riqueza interior para que los demás lo observen y lo disfruten.

-¿Y cantar? ¿cuándo te arrancaste?
Componer lo hice desde muy pequeño, siempre tenía un lápiz y un cuaderno en la mano y recuerdo tener bases rítmicas de hip hop, porque realmente era la influencia que más me llenaba, y aun siendo un melómano compulsivo y ecléctico en mis gustos, empecé a rapear en pequeños locales con amigos y siempre buscaba ese estilo. Después cogí la guitarra y empecé a cantar temas de grupos que me llenaban y en esa fusión es cuando en un momento dado, me dije a mí mismo: «Creo que esto es original y a la gente le puede gustar».

-Tu primer grupo estable fue Satán González. ¿Cómo recuerdas aquella etapa? Estuviste algunos años girando por España…
Fue una época realmente bonita y aprendí bastante, ya que tuve la suerte de rodearme con músicos excelentes: miembros de Medina Azahara, de los Aslándticos… Pero realmente hubo 3 personas que me nutrieron musicalmente en esa primera fase, que fueron Manuel Palacios, Esperanza Mohedo y Jordi Arranz. Fue una primera fase muy bonita. Aprendí bastante de lo que era la industria musical en esa época, lo suficiente como para darme cuenta de que había un trabajo detrás, que no se veía y que normalmente nadie conoce y que es la parte más dura del músico… Hablo de ensayos, la parte administrativa, la interlocución con los mánagers, las discográficas… Si no estás preparado para ello, puede dar vértigo.

-Satán González coincidió con una etapa convulsa de este país: la efervescencia de Internet, el declive de la industria discográfica, la crisis económica… ¿Todo eso influyó en el final del grupo? ¿O por qué optaste por una carrera en solitario?
Me di cuenta de que vivir de la música era muy complicado y la única forma de seguir proyectando mi arte de una forma casi altruista era volcándome en mi carrera en solitario. La mayoría de mis amigos se dedicaban profesionalmente a la música y tenían que trabajar para proyectos de notable envergadura.

-Tu primer disco en solitario fue ‘Alquimista imperfecto’, de 2012. Aunque la esencia es la misma, la evolución musical ha sido brutal. ¿Qué opinas de tu ópera prima?
La historia de ese disco es agridulce. Gente muy cercana a mí se fue al cielo y en ese momento, aún teniendo el trabajo terminado, decidí no editarlo ni sacarlo, ha visto visto la luz hace poco. Como ópera prima tiene sus defectos, pero tiene una bella esencia, que todos mis amigos, antiguos miembros de la banda de Satán González, grabaron el disco por amor al arte. Concretamente al amor hacia mi arte.

‘Dubversivo’ llegó en 2016 y te tengo que confesar una cosa: es de los discos que más me han impactado de los últimos años… Creo que es una obra que se te mete muy dentro en cuanto le das tres o cuatro escuchas. ¿No sé si tienes esa sensación de que es un disco muy profundo?
Totalmente de acuerdo contigo, Manu. ‘Dubversivo’ no es un disco donde yo cante mis canciones, es un disco donde yo sufro y desgarro mis canciones. Tiene su parte electrónica basada en el dub jamaicano (el dub es un subgénero del reggae, más electrónico) y la parte analógica roquera que le aporta mi productor Cristian Concha. Es un disco que todavía no escucho y que cuando lo vendo o lo regalo tengo un feedback súper potente acerca de las letras y de su musicalidad.

-¿Te gusta vaciarte en tus discos?
Siempre digo que por mis letras me conocerás, y creo que en esa sencillez de respuesta te lo digo todo. Hay canciones que hablan de mí pero también hay canciones en las que empatizo con las historias que me rodean. Las siento de tal manera que parece que he sido yo quien las ha vivido.

-¿Buscas la inspiración o la inspiración te busca a ti, cuando menos la esperas?
Es curioso. Yo no busco la inspiración, las musas, mis puñetera musas, no tienen ni tiempo ni espacio, al igual que la película ‘Interstellar’. Las musas son como la gravedad, adquieren la cualidad de dimensión, llegan cuando quieren y nunca cuando las espero. Son libres, tienen la capacidad de entrar en mi universo interior cuando ellas quieren.

-¿Cuánto tiempo sueles dedicarle a una canción, desde la primera idea hasta que la das por concluida?
Hay canciones que tardas una vida en escribirlas, otras en el rato que echas en el cuarto de baño. Y unas no son mejores que otras. Depende de las musas, que van y vienen a su aire.

-¿Cómo influye tu vida en tu obra? Me refiero a tu vida personal: tu familia, tus amigos…
Van de la mano. Todo mi entorno, todo aquello que me rodea y soy capaz de sentir influye de forma directa en mi composición.

-En tus canciones -y ya me gustaría que empezáramos a hablar de ‘Vino la alegría’, tu nuevo disco- aprecio un impresionante cóctel no solo de estilos musicales sino, sobre todo, de emociones: hay rabia, indignación, esperanza, compasión… y, sobre todo, mucha alegría… ¿Tú te reconoces en esa mezcla explosiva?
En ‘Dubversivo’ transmití mi mundo interior, aquel que solo uno mismo conoce, aquella parte que nos da miedo mostrar. En ‘Vino la alegría’ es al revés, es la parte más tangible de los sentimientos, la que todos vivimos: amor, alegría, pena, añoranza… Todos hemos pasado por ahí. Es posible que sea el disco en el que más gente se vea reflejada.

-‘Vino la alegría’ parece un título muy apropiado para estos tiempos raros que vivimos, ¿no?
Sí, es un disco que que viene bien en estos tiempos, es un disco muy de piel. Cuando empezamos a diseñar gráficos y la estructura estética del disco pensamos en una foto mía, pero mi gran amigo y diseñador gráfico Julio Tabares me propuso una idea que me pareció maravillosa: que mis tres niños pintasen una sonrisa y a través de un programa de diseño gráfico pudo compactarlas. Finalmente, esa quedó como portada del disco. Yo creo que en este tiempo hemos mostrado lo mejor de nosotros, independientemente de los egoístas, que también los hay, pero yo me quedo con la gran mayoría de personas que han mostrado una sonrisa y el lado más bello de su persona.

-Por cierto, ¿cómo has vivido estos meses de aislamiento? ¿Cómo ha afectado a tu música, a tu creación? ¿En algún momento te has sentido abatido?
Pues si te soy sincero no he sido de los artistas que se hayan expuesto en directo a través de internet -a los cuales les agradezco enormemente que de forma altruista me hayan amenizado muchas tardes-, pero en cambio yo he decidido conectarme muy poco y las veces que lo he hecho lo hacía a modo de ensayo, para mostrar cómo compongo o cómo es realmente la vida de un artista en esta dura época que nos ha tocado vivir.

-La primera frase que se escucha en tu nuevo disco es: “Hay personas que no dan los buenos días, / y hay personas que les cuesta sonreír. / Hay personas que te ponen sin motivos mala cara / y hay personas que les cuesta ser feliz. […] Despistados que se topan de repente la alegría / y no saben ni siquiera lo que hacer”. Menudo problema tienen esos, ¿no?
Realmente yo creo que todos pasamos por ahí en algún momento de nuestra vida, en los que nos cuesta respirar, las penas nos susurran al oído, pero me gusta entender que todos al final tenemos ese gesto valiente de vacilarle a la tristeza y sacar lo mejor de nosotros mismos.

-¿Tú crees que la alegría está infravalorada?
La alegría es un tesoro. Aquellos que deambulamos como funambulistas en una débil cuerda entre la felicidad y la tristeza sabemos disfrutar de un momento alegre porque realmente conocemos las antípodas de ese sentimiento.

-¿La alegría es revolucionaria?
La alegría es un motor y, como todo motor, para sentirse fuerte necesita ir revolucionado. ‘Vino la alegría’ realmente habla del miedo al cambio y a veces es un solo paso. Es cierto que la gente le tiene miedo a la palabra revolución, y es tan sencilla como un cambio emocional. La alegría es el gran cambio que ensalza a la persona, y un conjunto de personas alegres realmente puede cambiar el mundo.

-Al escuchar ‘Groenlandia’ no puedo evitar sentir un tremendo pellizco en el estómago. ¿Quién no ha sentido alguna vez caer toneladas de nieve entre la persona que amas y tú?
En tiempos donde nos cuesta cada vez más hablarnos y mirarnos a la cara, como dice la canción, cuando se rompe la excusa del televisor lo que te queda es hablar con la persona que tienes enfrente y se supone que amas y quieres… pero llegan las palabras y a veces te das cuenta de que esa persona no es la que tú imaginabas porque habíais creado un muro mental.

-Ante ese frío polar, tú propones diálogo…
Yo propongo que hables, que no tengas miedo a decir lo que sientes independientemente de que a la persona que escuche le duela. Todo aquello que se habla desde el respeto y desde el corazón, aun acabando en ruptura, con el tiempo es una herida que sanará.

-¿Te preocupa que las nuevas tecnologías perjudiquen a la comunicación humana: con nuestros hijos, nuestra pareja…?
En personas que tengan la capacidad de contextualizar y de utilizarlas correctamente, no creo que les perjudique, pero ha venido todo tan rápido que no estamos preparados para asumir tal cantidad de información y de gestionarla correctamente. Hoy nuestros hijos son digitalmente nativos, pero son analógicamente insensibles. No conocerán lo que es escuchar un vinilo entero mientras disfrutas de un bocadillo o simplemente de la soledad. Ahí está la ruptura entre unas generaciones y otras. Ahoran tienen información pero no imaginación, justo al revés que teníamos nosotros.

-Tengo la impresión de que ‘Groenlandia’ es una de las canciones más emocionantes que se han publicado últimamente…
Te lo agradezco mucho. A diferencia de la canción de Los Zombies, que yo tanto admiro, en mi ‘Groenlandia’ hablar te permitirá ver lo que te rodea y sentir la vida con los cinco sentidos.

-Otra de las canciones que más me han impactado de tu nuevo disco es ‘Paraíso 3.000’, una canción que me sugiere sueños imposibles…
Es una canción que tenía ganas de escribirle a Sevilla, pero no quería escribirle a la Sevilla tópica y típica, quería escribirle a la Sevilla que no tiene un color especial ni un sabor y olor diferentes, quería escribirle a la Sevilla que hace que sea una ciudad distinta. Soy un cordobés caminando por el barrio Santa Cruz observando las virtudes y amando sus defectos.

-Me encanta lo de “Quién pudiera enamorarte, compañera, / hoy marqué en el calendario el mes de abril, / regalarte una vida en la Alameda / y montarte el paraíso en las 3.000” ¿recuerdas de dónde surgió esa canción?
Todas las ciudades andaluzas han tenido cierta inquina a Sevilla, y yo después de tantos años viviendo aquí tenía la sensación de que le debía una canción pero no quería escribirle a la Sevilla que a mí me echa para atrás, la del sevillano que se siente feliz con las palmas y la fiesta en El Rocío y le da la espalda a la Sevilla marginal, la de las chabolas, que también existe y es con que la me siento identificado, no porque yo venga de un barrio marginal, sino porque es la que realmente me cautiva. No me impacta la Sevilla feriante o la Sevilla de la Semana Santa, me impacta la añeja Alameda, la Sevilla de Pata Negra, Kiko Veneno, Smash, Alameda, la Sevilla de Silvio, de Lole y Manuel y, cómo no, de nuestro señor Jesús De la Rosa.

-¿Te sientes vinculado emocionalmente con los soñadores, con los que idean mundos mejores?
Me siento vinculado con los soñadores fracasados, que idealizan mundos mejores y no van más allá de su círculo emocional. Yo soy un soñador cobarde.

-Y si te parece, nos vamos de las 3.000 a ‘Belfast’, y esa imagen de estar en tu salón fumando hierbas y viendo tanques por la ventana… “Tú y yo seremos únicos”. Incluso en el infierno se puede ser feliz…
Esa canción es una canción de amor, escrita en un contexto político muy duro como fue el proceso de paz en Irlanda del Norte, desde la nostalgia. Hoy lo vivo como un cuento de mi vida y la canto con matices superlativos, como el abuelo que le añade cada vez más soldados a su batalla, pero realmente hubo momentos donde pasamos miedo.

-¿Viviste el Belfast?
Sí, estuve dos años y medio viviendo allí. Me fui con un amigo a fregar platos. Vivía en un barrio ultracatólico y me eché una novia a cuyo padre le pegaron un tiro en la nunca los protestantes. Fue un momento muy intenso en mi vida.

-¿Qué suele robarte la felicidad, aparte de lo obvio, es decir, la salud de tu tribu?
Las personas malas, las egoístas, las intransigentes. En estos días muchos se han quitado la careta, se han descubierto, y han venido a robar la felicidad no solo a mí, sino a todos.

-Aunque tus discos son una fusión de varios estilos, tengo la impresión de que el reggae está muy presente en casi todas tus canciones. ¿Alguna vez te has preguntado por qué un chico de Córdoba se siente tan atraído por ese estilo musical?
Pues realmente empezó a llamarme la atención cuando vivía en Belfast. Teníamos unos vecinos caribeños y empezó a gustarme no solo el reggae sino la música caribeña, como el calipso por ejemplo. Me recordaban mucho a la forma que tenemos nosotros de interpretar el flamenco. Curiosamente, ellos conectaban muy bien con la música celta. La fusión entre músicas étnicas es realmente sencillo y a la vez maravilloso.

-Ñete, no me gustaría acabar esta entrevista sin sacar a colación los aspectos técnicos de tu nuevo disco, es decir, los músicos que han grabado contigo, la producción… ¿Qué tal ha sido la experiencia de ‘Vino la alegría’?
Ha sido una pasada, siempre había pensado que la base de una buena canción nace con la guitarra y con la voz y letra del compositor, pero en este caso ha habido una proyección brutal en cuanto al aspecto musical, ya que yo le daba a Cristian Chiloe canciones a guitarra y voz y él, como productor, las transformaba en auténticas piezas maravillosas. Han participado Chilo (batería), Martín Laudecina (guitarras), Pato Frank (bajo), Jairo Martín (piano, rhodes y hammond), David Carrasco (saxo)… Grandes músicos que están en proyectos de renombre como Manuel Carrasco, Tequila etc… Y después en la parte física, la web y las redes sociales, he contado con la maravillosa colaboración de un gran amigo, Julio Tabares. Por su forma tan pulcra de trabajar lo veo más cómodo con un artista renacentista, donde ningún detalle es baladí. En definitiva, me siento muy orgulloso con el trabajo realizado y con todas las personas que han colaborado en él.

-¿Cómo será la presentación en sociedad del disco, cuando las circunstancias lo permitan? ¿Cómo te gustaría que fuera?
Tengo preparado lo que es la producción en fábrica de unos 1.000 cd, pues me permitirán seguir autofinanciándome, con las copias que vendo en cada concierto. Me gustaría presentarlo respetando lo que hay en el disco y si todo esto pasa y la posibilidad de dar conciertos y la situación se normaliza, estaré encantado de presentar en sociedad este maravilloso trabajo. No tengo aún claro el cuándo y el dónde, pero sí tengo claro el cómo.

-Ñete, una última pregunta: ¿qué es para ti el éxito?
Para mí el éxito es seguir entendiendo la música como la entendí al principio. Ciertamente no me ha dado un duro pero no me ha robado ni un ápice de ilusión. Qué más éxito que tener aún ese pellizco.

-Muchas gracias por tu tiempo. Y mucha suerte, Ñete.
Muchas gracias a ti, Manu, por tu preciado tiempo y agradecido de que le des difusión a un humilde artista.

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