Cuando entré en su despacho, lo que más me llamó la atención fue la puerta. Permanecía constantemente abierta, y entraban y salían sus compañeros sin aviso previo. Él mantenía conversaciones con su teléfono fijo y despachaba a sus redactores con la naturalidad de uno más. Sobre la mesa, cuatro o cinco folios, un bolígrafo y los periódicos de la mañana. Nada más.

Quién me lo hubiera dicho: estaba en el despacho de la gran leyenda viva del periodismo español. Uno de los periodistas más influyentes de las últimas décadas. Iñaki Gabilondo había estado prácticamente en el sitio adecuado durante los acontecimientos más trascendentales, y los había narrado para la emisora de más oyentes de nuestro país. Casi nada. Pero para entonces él ya había saltado a la televisión y presentaba y dirigía un programa para CNN+. Qué hubiera dado yo por trabajar en aquella redacción.

Muchos querrán matarme, pero yo siempre he pensado que Iñaki debió quedarse, desde el principio, en televisión. Hubiéramos sido otro país si, por ejemplo, su trayectoria hubiera transcurrido en un programa informativo de Televisión Española. En prime time. En television han faltado -y faltan- tipos como él, que se rodeen solo de información y de opinión, sin otros ingredientes más propios del circo que del periodismo.

La semana pasada pasó como entrevistado por A por todas, de 8 Andalucía. Y escucharle volvió a ser una inmensa lección de periodismo. Por eso dejo aquí el programa, para quien pueda estar interesado. En él participan también los periodistas Carmen Torres, Isabel Morillo, Alberto Grimaldi y Francisco Morón. Y la columna, brillantísima como siempre, de Mercedes de Pablos.