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Grian. OTRA VISIÓN ES POSIBLE (Y NECESARIA)

Publicado el 27 abril 2011 por manuguerrero


 

La vida, en efecto, se ha vuelto ligera. De un año para otro, con este cataclismo económico de por medio, hemos aprendido que lo importante es justamente lo que, hasta entonces, no teníamos ni buscábamos. Lo esencial, pensamos ahora, no es tener una casa enorme en propiedad, sino saber estar de paso. No es el título universitario, sino la creatividad suficiente para salir airosos de la encrucijada. No tener una gran enciclopedia en el despacho, sino saber manejar toneladas de información. La crisis, que ha acabado con una era centrada en el acopio, nos ha enseñado ya, en estos sus primeros años de vigencia, que somos seres indefensos ante nuestros propios errores. Cuatro locos con chaqueta y corbata han jugado al monopoly (con billetes de verdad –los nuestros-) y de repente han cambiado el modo de vida de millones de personas y han despertado nuestra indignación, nuestra empobrecida y restrictiva escala de valores y, en ciertos países, nuestro límite de resistencia.

Pero no sólo ha mostrado nuestra indefensión ante nosotros mismos. También nos ha vuelto a recordar nuestra insignificancia respecto a la madre naturaleza, que todo lo domina y todo lo decide, porque es capaz de mandarnos al infierno con tal de que siga adelante el milagro de la vida. Y es que el mundo natural lo encierra todo. Es el gran libro de la sabiduría, “el libro mudo que leyeron todos los grandes sabios de la antigüedad”, como dice Grian, reputado apologeta de la paz, el amor y el medio ambiente.

Psicólogo venezolano, nacido de emigrantes españoles, Grian es conocido por su trabajo al frente de Proyecto Avalon y Midnight Sun -dos organizaciones con las que aparece con frecuencia en los medios de comunicación- pero sobre todo por haber escrito casi una docena de libros, algunos de los cuales han sido publicados en ocho idiomas diferentes. Además, ha traducido casi 100 títulos. Sobre su estilo literario, dice Federico Mayor Zaragoza que se parece al de Gibran Jalil Gibral, al de Tagore o incluso al de Antoine de Saint-Exupéry, porque logra descubrir “el infinito, la desmesura de cada ser humano único, irrepetible, creador”.

Después de haberle conocido en una plató de televisión, me permito el lujo de entrevistarlo para este rinconcito del ciberespacio. Sus razonamientos son esenciales, van al origen del ser humano, al punto que hay que retornar, cada cierto tiempo, para saber quiénes somos y hacia dónde vamos.

-Buenas tardes, Grian. Por fin. Cuánto tiempo buscando este momento, pero aquí está. No sabes cuánto me alegra. Antes de nada, por favor, déjame que te sirva un trago y una música. Tú eliges.
-Una pinta de cerveza para beber, lo natural en un antiguo rugbier. (Mi compañera, Marta, dice que soy un poco vikingo.) Y, como música, la Suite Judy Ojos Azules, de Crosby, Stills & Nash. Me siguen chiflando.

-Desde que pedí tu tiempo para esta entrevista hasta ahora han pasado varios meses pero lo llamativo es lo ocurrido. El mundo ha temblado en varias ocasiones: Japón y el norte de África. Si te parece, empecemos por esto segundo. ¿Esperabas este despertar?
-La verdad es que no. Pero no me avergüenzo de ello, pues los supuestos “expertos” en política internacional tampoco lo esperaban.

-¿Lo estás viviendo con expectación? ¿Qué es lo que más te sorprende?
-Me encanta que la sociedad civil, sea cual sea su cultura, su raza o su religión, decida tomar las riendas de su destino y su futuro frente a los poderosos, políticos o económicos, que sólo piensan en sí mismos. Y lo que no deja de sorprenderme es el poder que en todos estos procesos del despertar de la sociedad civil está teniendo Internet, que quizá tenga mucho que ver con la noosfera de la que hablaba Teilhard de Chardin.

-¿Te gusta el modo en que Occidente está participando, por ejemplo, en el caso de Libia?
-No me puede gustar en modo alguno. Hace pocos años, Occidente recibió a Gadafi con los brazos abiertos por su oposición a Al-Qaida y le dio alas. No sólo alas, le vendió armas e hizo el gran negocio con ellas, con el gas y el petróleo. Pero, además, no fueron capaces de intervenir cuando estaban a tiempo de conseguir una resolución no-violenta del conflicto. Entre el 15 de febrero, que comenzaron las manifestaciones en Libia, hasta el 2 de abril, que la cosa ya se decanta hacia la guerra civil, los países occidentales, incluido el nuestro, podrían haber presionado eficazmente a Gadafi, podrían haber buscado mediadores eficaces y podría haberse evitado una intervención militar que, finalmente, se nos ha pintado como inevitable para salvar a la población civil de Bengasi; cuando, como digo, el conflicto se podría haber resuelto de forma no violenta.

-¿Crees que estos cambios nos conducen a un mundo mejor?
-Los cambios que está propiciando la sociedad civil nos llevan indudablemente hacia un mundo mejor. El problema estriba en que los poderes políticos y económicos no cambian, pretenden seguir exprimiendo sus prerrogativas, ventajas y beneficios prescindiendo de la inmensa mayoría de la humanidad. Pero creo sinceramente que la sociedad civil les está diciendo ya que su tiempo de hacer las cosas así está contado.

-Tengo la impresión de que la imagen que tenemos en buena parte de Occidente sobre los países de tradición islámica no es demasiado positiva. Les vemos como un mundo aparte, subdesarrollado desde el punto de vista social, político e incluso intelectual. ¿Podríamos explicarlo todo en términos de religión?
-Sin duda funcionamos por estereotipos; además, estereotipos muy sesgados. El problema de los países islámicos no es el Islam en sí, sino los gobiernos autoritarios que no consiguen quitarse de encima en la inmensa mayoría de ellos, unos gobiernos que mantienen a sus pueblos en la ignorancia. Lo que es evidente es que en aquellos países donde se implantan sistemas educativos con educación gratuita y obligatoria hasta elevadas edades los sectores religiosos dogmáticos pierden progresivamente el control sobre las poblaciones. Y, de hecho, estas revoluciones en los países islámicos están teniendo su origen en los sectores de población con mayor formación, en sectores universitarios y entre profesionales. Es la confirmación de lo que estoy diciendo.

-En cambio fíjate el recuerdo que tenemos de Al-Ándalus, con la idea que se nos ha transmitido de él… Desconozco si por Historia o leyenda…
-Bueno, creo que hay cierto romanticismo con Al-Ándalus. En la Edad Media, los seres humanos éramos un poco más brutos que ahora, aunque no tanto como los modernistas nos quieren hacer creer. Pero lo cierto es que Al-Ándalus, en su momento, era el equivalente de lo que acabo de comentar: era un centro de conocimiento y de cultura, de artes y ciencias, muy por encima del resto de Europa. Y donde hay formación, conocimientos y cultura los dogmas y las supersticiones pierden fuerza, y las religiones se hacen más humanas y tolerantes.

-Grian, debo agradecerte el placer que he sentido leyendo Mahabbat. La ciencia del amor. Es realmente un bellísimo tratado sobre el amor. ¿Era esa tu intención?
-Sí, esa era la intención. Cuando me puse a escribir el libro me dije que quería escribir el más hermoso libro jamás escrito sobre el Amor. Imagino que no lo he conseguido; pero, al menos, creo que sí he ofrecido atisbos interesantes sobre el Amor y he podido aportar un poco más de Belleza a este mundo.

-Después podremos hablar con detalle del Amor… Con tu novela tratas de demostrar que la mística y la sensualidad no son mundos incompatibles… ¿Cómo llegas a esa conclusión?
-El místico sufí Ibn ‘Arabî —andalusí él— decía que la mayor de las teofanías, la más evidente manifestación de la divinidad, es la Belleza. Y quien niegue que los cuerpos humanos tienen una inmensa belleza, y que la belleza genera una irresistible atracción, es que se ha perdido algo en su paso por este mundo.

-Sin embargo, por Historia, fíjate, al menos dentro del catolicismo, que es la tradición que mejor conocemos…
-Uno de los más graves problemas del catolicismo, posiblemente el más grave, ha sido el de su contraposición entre espíritu y materia —el espíritu es “bueno” y la materia es “mala”. Se trata de una dualidad absurda, que no lleva a otra cosa que al conflicto y al distanciamiento del Uno que todo lo engloba. (Los taoístas lo entendieron mejor con su unión del yin y el yang.) Y esa contraposición antinatural les llevó a adoptar el celibato como única vía de perfección espiritual —cuando es notorio que los primeros cristianos no iban por ahí—, y el celibato se está convirtiendo ahora en el talón de Aquiles de la Iglesia Católica, con una crisis de “vocaciones” que probablemente no tendrían si volvieran a los orígenes y dejarán el celibato como opción para minorías. Esa es, al menos, mi opinión.

Mahabbat empieza siendo una novela y acaba convirtiéndose en un cuaderno de diálogos entre personajes fascinantes: El califa omeya Abderramán III, el príncipe heredero Al-Hakam, la hermosa Layla y, cómo no, el personaje central, Shams. De nuevo, un sabio jardinero… ¿Por qué de nuevo, unidas, la sabiduría y la botánica?
-Porque el mundo natural es el gran libro de la sabiduría, el libro mudo que leyeron todos los grandes sabios de la antigüedad. Al Uno, al Todo, al Ser, se le puede conocer a través de su creación —si aceptamos las tesis monoteístas— o de su manifestación sensible, que es el mundo natural que nos rodea, todo lo que no hemos creado nosotros, los seres humanos.

-Decíamos “de nuevo” porque tu gran éxito literario, hasta la fecha, es El jardinero, un libro del que se han sacado 25 ediciones en idiomas tan dispares como el chino, inglés o alemán… (Por cierto, enhorabuena)
-Gracias. Sí, llevamos ya 25 ediciones en castellano, y se ha traducido a 8 idiomas, entre ellos el tai, el coreano y el mandarín. Yo soy el primer sorprendido.

-¿A ti la observación de las plantas, de la naturaleza, te ha enseñado mucho? ¿Qué es lo más importante que has aprendido de ellas?
-La ley de los ciclos que observamos en las estaciones, es decir, que la realidad es circular y ascendente, y no lineal. La ley de la muerte y la resurrección en todo en la vida, cuando la minúscula semilla muere para poder realizar todo su potencial oculto y convertirse en un inmenso árbol. La importancia de la Luz, en cómo árboles, plantas y animales adaptan sus vidas para nutrirse de ella. El sublime éxtasis de la Belleza, de toda esa Belleza que nos ofrece el mundo natural y que nos lleva un paso más allá de nosotros mismos, del ego, del yo, hasta encontrarnos con la Esencia de todo cuanto existe, del Uno eterno e inmortal, del Ser…

-¿Vives en un entorno natural?
-Ahora vivo en un pueblo, a 10 minutos a pie de la naturaleza. Pero he vivido en mitad de las viñas de la comarca de Requena, y hasta hace dos años estuve viviendo en todo el centro del Parque Natural del Montseny, en un bosque de hadas, junto a un río… aunque no es fácil vivir en un lugar tan húmedo, en el que no llegan los rayos del sol durante un mes en mitad del invierno. Se pasa mucho frío. Pero mi intención es volver a vivir en medio de la naturaleza, si bien esta vez me buscaré un lugar más soleado.

-Para cualquier urbanita, cultivar en casa unas cuantas plantas puede ser un gran antídoto contra la prisa y el estrés, ¿estás de acuerdo? Su tiempo es muy distinto al nuestro, y eso puede equilibrarnos…
-Qué duda cabe que relacionarse con el mundo natural, con plantas, animales o piedras, es siempre positivo. Reconectar con tu esencia natural, de un modo u otro, nos equilibra necesariamente.

-Hay un ingeniero agrónomo italiano, doctorado en Biofísica, Stefano Mancuso, que es pionero en el estudio de la neurobiología de las plantas, que sostiene que “las plantas son organismos inteligentes, pero se mueven y toman decisiones en un tiempo más largo que el hombre”. Eso es toda una revelación. Habrá quien haya podido intuirlo, pero él ha logrado demostrarlo científicamente…
-¡Me encantan estos descubrimientos! De un modo u otro vienen a confirmar las visiones de la realidad que formulaban las antiguas tradiciones nativas americanas, en las que todos los seres vivos, incluso los que nosotros tenemos por faltos de vida, tenían para ellos un valor existencial y de personalidad con los que uno podía relacionarse del mismo modo que se relaciona con otro ser humano.

-En El jardinero se dice así: “Las plantas y los árboles hablan a los hombres de la vida, y que lo hacen con palabras mudas, pero sabias”…
-A las personas que padecen una depresión o que están atravesando una crisis en su vida yo les sugeriría que se sumerjan en la naturaleza todo el tiempo que puedan. El mundo natural es profundamente curativo. No hay que hacer nada especial. Simplemente, sentarse en silencio en una piedra y observar la naturaleza a tu alrededor. Con el paso de las horas, o de los días, te descubres de pronto viendo las cosas de otra manera, con una paz interior que venías anhelando quizá desde hace meses. Y, de pronto, un día, das con la solución… o bien trasciendes el problema sin necesidad de dar solución alguna. La Madre Tierra es eso, una madre, y cuida de nosotros cada vez que buscamos su regazo.

-A partir de ahora tendremos que escuchar con más atención al mundo vegetal que nos rodea, entre otras cosas porque, también según Mancuso, “si mañana desaparecieran las plantas del planeta, en un mes toda la vida se extinguiría porque no habría comida ni oxígeno. Pero si desaparecemos nosotros, en cambio, no pasaría nada”. Menuda lección de lo que somos y lo que significamos en el mundo…
-La inmensa mayoría de los seres humanos vivimos la realidad desde la consciencia del yo, del ego. Desde ahí, lo único importante es uno mismo, una misma. Pero ese es un nivel de consciencia más bien bajo, hablando en términos evolutivos, de evolución de la consciencia humana. Cuando la consciencia humana va más allá del yo y despierta a su verdadera esencia de “Todo es Uno, y tú eres Eso”, como decían los sabios orientales, entonces descubrimos que lo único verdaderamente importante es el Todo, la Vida toda, la Consciencia. En nuestro planeta, lo importante es el mismo planeta y la Vida que lo anima, tenga la forma que tenga.

-Aquí podríamos revisar cómo las distintas religiones han abordado la relación entre el ser humano y la flora… Aunque claro, las religiones no son más que lo que los hombres (sobre todo algunos) han hecho de ella…
-Bueno, yo siempre diferencio entre los “místicos” —es decir, los que experimentan de primera mano la Realidad— y los “teólogos” —es decir, los que no la experimentan de primera mano y se dedican a elucubrar y a establecer dogmas y leyes sobre lo que dijeron los místicos fundadores de religiones—. Los místicos, en general, sobre todo los que alcanzaron los más elevados niveles de consciencia, son seres humanos sin dogmas, reglas ni leyes; son seres libres, que desean transmitir lo que han aprendido para que todos sean libres. En cambio, algunos o muchos de los “teólogos” no quieren personas libres; quieren personas controladas por ellos, para así mantener su preeminencia y su poder sobre ellas. (Atención a las comillas en “teólogos”, pues hay verdaderos teólogos que sí han entendido el mensaje de los místicos y lo transmiten.)

-¿Es momento de reconducir la espiritualidad del ser humano? Evidente es que ya no existe el monopolio de tres o cuatro monoteístas…
-Bueno, yo creo que los seres humanos estamos llegando ya a un escalón evolutivo de la consciencia en el que dejan de ser necesarios los pastores de almas. Creo que ha llegado el momento en que cada ser humano establezca su propia manera de relacionarse con lo trascendente que hay en él o ella. Indudablemente, vamos a cometer muchos errores en ese proceso de aprendizaje, vamos a tomar por verdades eternas cosas que no son más que falsedades o verdades a medias, nos vamos a dejar llevar por nuevos gurús autoproclamados y saltimbanquis espirituales, e incluso vamos a cometer errores graves en nuestra búsqueda espiritual. Pero esto es como cuando un niño comienza a caminar, que hay que dejar que de vez en cuando se haga un chichón. Si estamos delante o detrás de él intentando sujetarle, le va a costar más tiempo aprender a andar por sí solo. Sinceramente, creo que ya están de sobra los “pastores de la grey”, e incluso la inmensa mayoría de los maestros espirituales. La experiencia me ha enseñado que maestros, verdaderos maestros espirituales, hay poquísimos… quizá con una mano nos baste para contarlos entre los 6.000 millones de seres humanos que somos. Aprender, al fin y al cabo, termina siendo siempre un proceso personal e intransferible. Alguien te puede ayudar en algún momento, pero al final eres tú mismo quien se tiene que sacar las castañas del fuego.

-¿A qué crees, Grian, que se debe el auge de las terapias espirituales en las grandes ciudades? Lo del yoga, el taichi o el chi kung son verdaderas fiebres, por mencionar sólo las más conocidas…
-Es el resultado natural de esa búsqueda espiritual en nuestro interior. Las personas que se liberan de los yugos de los caminos preestablecidos, dogmáticos, incluso impuestos, comienzan una búsqueda personal que les lleva a intentar establecer su conexión trascendente por otras vías. El incremento de consciencia consiguiente lleva a tomar conciencia de los propios problemas internos, y entonces la persona busca soluciones por aquí y por allá.

-El mundo de la medicina, ahora, está volviendo a la idea holística de que el estado mental afecta al bienestar físico mucho más de lo que creíamos, y para ello va aceptando poco a poco nuevas formas de terapia. Incluso la risoterapia es practicada dentro de los hospitales…
-Sí, hay sistemas útiles y valiosos en el “gran mercado” en el que se ha convertido este campo. Pero también hay embaucadores y vendedores de aire, como en cualquier mercado, y conviene ser cauto. Una vez más hay que recurrir a las palabras de los grandes sabios: “Por sus frutos los conoceréis” —es evidente por esta frase que Jesús de Nazaret leyó el libro mudo de la naturaleza—; lo malo es que, a veces, los frutos amargos adoptan aspectos sabrosos. Conviene ser muy cautos.

-A veces, no obstante, ¿no crees que la receta para nuestros males está en nuestro propio interior o en nuestro hogar, en lugar de una consulta médica?
-Yo creo que todos nuestros problemas emocionales o físicos son una cristalización de un conflicto anímico o espiritual, y quien mejor puede acceder a ese origen es, qué duda cabe, la propia persona que lo padece.

-En tu biografía hay una temprana inquietud por la búsqueda interior…
-Bueno, yo salí de la Facultad de Psicología siendo un científico de los pies a la cabeza. Todo lo que no estuviera demostrado científicamente no existía. Pero claro está que esta postura no es verdaderamente científica; porque, si nos atenemos a la lógica, el que no se haya demostrado algo no significa que no exista. Sólo podremos afirmar esto si se demuestra positivamente que no existe. Como digo, salí con una mentalidad científica, empírica, positivista y experimental… pero la inmersión en la naturaleza me dio la vuelta por completo y me llevó a plantearme las preguntas eternas de todo ser humano y, de ahí, al reconocimiento de primera mano de la existencia de un universo interior que, como científico, no podía ignorar ni dejar de lado.

-Háblame de aquella tarde de diciembre de 1979…
-Bueno, fue el 8 de diciembre de aquel año. Había terminado mi carrera en la universidad y, de pronto, en la paz de mi “lago”, un pequeño embalse cercano a Requena, me pregunté: “¿Qué voy a hacer con mi vida? ¿A qué voy a dedicar toda esa energía que es una vida entera?”
Me dije a mí mismo que no me gustaría llegar a los 80 o los 90 años y que de pronto el médico me dijera, “Le quedan 3 meses de vida”, y de pronto darme cuenta de que había desperdiciado mi vida con cosas insulsas, persiguiendo quimeras o, simplemente, sobreviviendo el día a día. “¿Qué voy a hacer con mi vida que realmente valga la pena —me dije—, que cuando llegue el momento de la muerte me vaya con una sonrisa en los labios, sabiendo que no desperdicié esa ocasión maravillosa que es la experiencia de toda una vida?”
Y, de pronto, en la paz de mi lago, me acordé de los incendios forestales del verano anterior, recordé las imágenes de los árboles ardiendo, y el dolor que sentí pensando en su agonía; me acordé de las imágenes en televisión de aquella primera hambruna en Etiopía —ahora ya no ponen imágenes así “por no herir la sensibilidad del espectador”; hipocresía pura—, y me eché a llorar como un chiquillo pensando en tanto dolor, tanto sufrimiento, tanta impotencia…
Y entonces decidí que lo mejor que podía hacer para irme al otro mundo con una sonrisa de satisfacción era consagrar mi vida a la construcción de un mundo mejor. Sólo así, pensé, podría dar por bien empleada mi vida, y no me iría con la sensación de fracaso vital, existencial, con la que muchas personas parten de este mundo.
El problema, entonces, pasó a ser qué puede hacer un joven de 22 años frente a tantos y tan grandes problemas que existen en el mundo. “Realmente, ¿voy a poder hacer algo para que este mundo sea mejor tras mi paso por él?”, me pregunté. Y ahora llevo más de 30 años respondiendo a esa pregunta.

-¿Qué es lo más valioso que has encontrado en tu propio interior?
-Lo que verdaderamente Soy. Cuando consigues ir más allá de tu propio yo, del ego, te encuentras con tu verdadera esencia y naturaleza… y esa Presencia es abrumadora. La primera vez que me ocurrió la experiencia me pasó por encima como un huracán. Estuve llorando durante dos horas sin poder cortar mis hipos para explicarle a mi esposa lo que me había pasado. Es una experiencia absolutamente abrumadora.

-¿El mundo interior puede llegar a ser más rico que el exterior?
-No creo que sea más rico. Si nos basamos en el yin y el yang, en los dos polos, debe de ser similar en riqueza. Pero lo cierto es que el mundo interior, cuando te hace un regalo como el de la Presencia, el Ser, te cambia para toda la vida.

-De tu experiencia se desprende que es imposible cambiar el mundo si no cambiamos, una a una, nuestra alma. ¿Pero cómo persuadir de esto a una mayoría?
-No se puede persuadir a la mayoría. Puedes sembrar semillas —y con esto se demuestra una vez más que Jesús de Nazaret leía el libro mudo de la naturaleza—; unas caerán en terreno fértil, y otras no. Sólo podemos sembrar; pero eso ya es mucho. Del resto se encarga la Vida.

-Tu Proyecto Avalon, fundado en Córdoba en 2004, ha llegado a ser muy conocido…
-¿Tú crees? ¿Y por qué será que nadie nos hace donativos ni se inscribe como socio? Somos una pequeña ONG pacifista, con muy escasos recursos económicos, pero con grandísimos recursos humanos. Como decía Max Lerner, un periodista y educador norteamericano: “Puedes pedir la paz a voz en grito si lo deseas, pero donde no haya hermandad no habrá paz a la postre”. Y ese es nuestro mayor recurso, que el grupo humano que compone el Proyecto Avalon funciona en gran medida como una hermandad, con sus más y sus menos, seamos realistas, pero impera un espíritu de hermandad bien patente.
Desde ahí nos marcamos unas metas e intentamos trabajar hasta donde alcanzamos a través de la educación para la paz y del activismo, si bien entendemos la Cultura de Paz en tres vertientes o dimensiones: social, ecológica e interna.

-Un proyecto que sigue muy activo… ¿Qué encuentra la gente que se acerca a vosotros?
-Más que nada la vivencia de la camaradería, de la hermandad, mientras unimos fuerzas para hacer algo, por poquito que sea, para que el mundo sea un poco mejor cuando nos vayamos al otro lado. Pero este proceso nos lleva hasta un tesoro a través de un camino que, a veces, no es fácil. Las relaciones humanas, aunque se planteen desde la hermandad, no son fáciles. Pero el compromiso por el propio perfeccionamiento y por ser coherentes con lo que predicamos nos obliga a trabajarnos mucho a nosotros mismos, y ahí es donde se encuentra el tesoro. Nuestro ideal, finalmente, es convertirnos en las personas del nuevo mundo que aspiramos a ser, en ser el cambio que predicamos, como diría Gandhi, y eso nos lleva a un profundo trabajo interior que, siempre, indefectiblemente, trae sus frutos.

-¿Qué diferencia Proyecto Avalon de Midnight Sun, otro de los proyectos que diriges junto a Marta Ventura?
-Proyecto Avalon es una iniciativa educativa y de activismo, es una ONG; en tanto que Midnight Sun es una comunidad de bienes, una empresa, educativa también, pero en la que incluimos aspectos que pensamos que quizá serían excesivos para una ONG, aspectos más exclusivos, como la formación en la tradicional Vía del Guerrero.

-¿Vía del Guerrero? ¿En qué consiste?
-La Vía del Guerrero es un sendero de desarrollo personal y espiritual que guarda relación con el arquetipo del Guerrero, tal como lo entendía Carl Gustav Jung, el genio suizo de la psicología. El arquetipo del Guerrero es un importante principio de configuración del alma personal y del alma colectiva. El Guerrero es aquel que se consagra en cuerpo y alma a un objetivo trascendente; es el que está dispuesto a pasar por privaciones, a asumir peligros, riesgos o dificultades para alcanzar su objetivo, normalmente un objetivo que apunta al bien del colectivo, y no al bien propio. Como dice Darrell Dobson, profesor de la Universidad de Toronto, vive en estado de alerta —es decir, «lucidez mental y de consciencia»— y mantiene una pugna constante por superar el miedo y sus pulsiones más bajas. El Guerrero es alguien que está dispuesto a aceptar su propio sacrificio en aras del bien de la colectividad o en defensa de los débiles —entiéndase, ha comenzado a superar sus tendencias egoicas y egocéntricas, y se mueve por compasión. El Guerrero, como se puede ver en las sagas de los Caballeros de la Tabla Redonda o en el código ético de los guerreros nativos americanos, es una persona de honor, una persona íntegra, honesta, veraz… auténtica. Acepta el compromiso, y lo pone en acción. Las palabras no le convencen; necesita ver obras. Pero, además, la Vía del Guerrero se ha encontrado ahora con la doctrina de la no-violencia; pues, como dice Gandhi, la no-violencia no es un camino para cobardes, sino que exige un coraje y una valentía mayores que el camino de la violencia.
Y esto enlaza directamente con una profecía nativa americana (de hopis, sioux y crees) que los activistas de Greenpeace hicieron suya en sus primeros tiempos, la profecía de los Guerreros del Arcoiris (de ahí el nombre de su barco insignia, “Rainbow Warrior”). De todo esto hablo en un libro electrónico que todo el mundo puede bajarse gratis en nuestra web de Midnight Sun, en http://www.midnightsun.com.es/newsletter.html. La Vía del Guerrero es un sistema de desarrollo humano muy poderoso, que capacita profundamente para el activismo de nuestros tiempos, para la construcción de un mundo más justo, solidario, pacífico y sostenible. Para mí, es el sistema de educación más potente para todas aquellas personas, hombres y mujeres, que desean consagrar su vida a la construcción de un mundo mejor.

-Al fin y al cabo, educación, que es la única opción posible para que, cuando nos marchemos, dejemos un mundo más habitable que el actual…
-Sembrar semillas. Eso es la educación.

-Si echamos una ojeada a lo que nos rodea es fácil encontrar un mundo triste, inhumano y deteriorado…
-Sí. Pero eso nos da la ocasión para consagrarnos en la gran aventura de transformar el plomo en oro, de construir un mundo mejor.

-Japón, que Occidente tenía por modelo a seguir, fíjate en qué ha derivado. Y aún no sabemos a qué nos puede conducir…
-Japón sufrió el amanecer de la era nuclear en Hiroshima, en el sur, y me gustaría pensar que ahora está viendo, y sufriendo, el ocaso de la era nuclear en Fukushima, en el norte.

-El pueblo japonés ha demostrado gran educación y dignidad… o estar bien domesticado, según se mire. Pero ese puede ser el detalle. Lo crucial es el modelo de crecimiento y su sistema energético, que no es el que conviene al planeta, ¿estás de acuerdo?
-Cómo no estarlo. El problema estriba, como ya a nadie se le escapa, en los grandes intereses económicos de los grandes poderes financieros. Hace ya mucho tiempo que podríamos estar abasteciéndonos con energías limpias y que podríamos estar conduciendo automóviles eléctricos, de hidrógeno, de agua o lo que sea. Pero a los Amos del Mundo no les interesan estos desarrollos, y por eso compran las patentes y detienen esa evolución. De todas formas, creo que todo eso debería venir de la mano de otra manera de entender el estilo de vida. Conviene que comprendamos que no necesitamos tanto de todo, ni tanta energía, para vivir digna y cómodamente. El modelo del crecimiento (crecimiento económico) pretende vendernos que sólo el crecimiento es bueno, que decrecer es malo. Pero que le pregunten eso a un enfermo de cáncer con un tumor de crecimiento constante. Seguro que piensa que decrecer también puede ser bueno, muy bueno.

-Por otro lado, ha quedado más que demostrado que a partir de ahora los países, las empresas y las personas que no sean eficientes y sostenibles están llamados a la marginación o, incluso, a la extinción ¿no crees?
-No creo que esto lo tengan tan claro los que toman las decisiones en nuestro planeta. Pero, más pronto que tarde, lo van a tener claro, a la fuerza. De todas formas, lo de eficiencia y sostenibilidad sigue siendo una terminología que pertenece a una visión de la realidad que es la que ha propiciado la actual situación. Como digo, se impone una marcha atrás, un decrecimiento, una búsqueda de la simplicidad, una coexistencia de igual a igual con la naturaleza, con un profundo respeto por los procesos naturales y por la vida. Lo de “sostenible”, aunque nos parece bien y luchamos por ello como mal menor, no deja de ser una especie de “Vamos a seguir haciendo lo mismo, pero un poco menos”, y yo pienso que tenemos que cambiar radicalmente de enfoque, que el ser humano tiene que entrar en una relación de compasión amorosa con la vida que le rodea. Las palabras “eficiencia” y “sostenibilidad” no se parecen en nada a “belleza”, “compasión”, “cuidado amoroso”…

-Por tanto, impera la creatividad… ¿dónde buscarla?
-Precisamente en los valores humanos más profundos, en aquellos que te hacen sentirte hermano de los árboles y las plantas, del lobo, del águila y de la vaca, incluso de las hormigas. Nunca olvidaré lo que sentí un día en el Montseny cuando me quedé mirando a una mantis religiosa que subía por la pared de mi casa y, de pronto, volvió la cabeza para mirarme ella a mí. Pasé de observador y dominador de la situación a observado, en plano de igualdad. Yo la observaba a ella, curioso, y ella me observaba a mí, supongo que intrigada por aquel cabezón con ojos que la miraba. A partir de ahí se convirtió en la Hermana Mantis.

-¿Estamos en los albores de una nueva Humanidad?
-Yo estoy convencido de ello. Como buen Creativo Cultural, soy optimista. Pero no soy optimista por idealismo y falta de realismo. Todo lo contrario. Soy optimista porque ya no nos queda tiempo para ser pesimistas. Sólo poniéndonos manos a la obra con esperanza, con confianza y fe, podremos salir de esta situación antes de que sea demasiado tarde.

-Y momento de crisis, de cambio, que nos ha cogido sin dioses de referencia. El último que quedaba, el dinero, también ha caído…
-No estoy yo muy seguro de que el dios dinero haya caído. Incluso las personas que se precian de ser buscadoras espirituales están cayendo en la trampa del ego que supone la búsqueda de la prosperidad y el éxito social. Ahora es una moda en estos ambientes. El ego quiere más y más; quiere de todo: dinero, posesiones, éxito, la media naranja, etc. Pero la espiritualidad supone la trascendencia y la superación del ego, del yo, que es el que exige más y más cosas. Con esto no estoy hablando de renunciar a las cosas buenas de la vida ni a los placeres. Al contrario, yo también tengo mi buen punto hedonista, y disfruto de todo cuanto me ofrece la vida. Pero, recurriendo una vez más a nuestra propia tradición, busquemos primero lo que nos lleve más allá del ego, y el resto se nos dará por añadidura.

-Esta situación al borde del abismo me recuerda un poco a los últimos años de ciertas comunidades nativas americanas. ¡Cuánto aprenderíamos si retomáramos su filosofía de vida! ¡Y cuánto hubiéramos ganado si no les hubiésemos avasallado!
-Con la destrucción de estas culturas de la naturaleza perdimos un grandísimo tesoro. Es cierto. Pero podemos recuperar mucho simplemente estando más en contacto con el mundo natural. El libro mudo sigue estando ahí, al menos de momento, y en él podemos “leer” toda la sabiduría que contiene.

-Gerónimo, en sus memorias, cuenta que “si un apache dejaba que sus mayores sufriesen por falta de alimento o abrigo, si desatendía o abusaba de los enfermos, era expulsado de la tribu” (era la pena máxima, ya que ellos no aceptaron la privación de libertad)
-Efectivamente, los nativos americanos nunca “inventaron” nada parecido a una cárcel. No les hizo falta. Fueron capaces de desarrollar una espiritualidad natural, una espiritualidad de la Madre Tierra, femenina, y encontraron fórmulas muy diferentes para resolver los problemas que nosotros hemos estado resolviendo desde enfoques masculinos, como la fuerza o la violencia, la imposición en lugar de la concienciación y la educación, la ley impuesta por la fuerza, en lugar del castigo menor del aislamiento, algo que los actuales psicólogos conductistas saben que funciona muchísimo mejor que los castigos físicos o coercitivos.

-Y que cada vez que alguien de la tribu enfermaba, ocho personas de la comunidad se entregaban en cuerpo y alma a su curación: cuatro preparando hierbas medicinales y los otros cuatro, rezando por su recuperación… ¡Ocho!
-Y con eso transmitían la importancia del grupo, de la comunidad, de la tribu, en lugar de incidir, como nosotros ahora, en la ley inexorable del individualismo. Incluso los Derechos Humanos, tan necesarios y valiosos actualmente, no dejan de ser un producto del individualismo. ¿Cuándo se escribirá la Declaración de las Responsabilidades y los Deberes Humanos, los deberes y responsabilidades con nuestros semejantes, con el planeta y la vida?

-Por cierto, gracias por tu estudio sobre el Jefe Seattle…
-Bueno, creí que había que contar la historia verdadera del discurso de Seattle, entre otras cosas para que los negacionistas del desastre ecológico no lo tomaran como arma arrojadiza contra el movimiento ecologista. Había que contar la verdad y, luego, hacer ver que de todas formas tenía tanta fuerza o más que con nuestra anterior percepción del famoso discurso.

-No vamos a desvelar tu investigación para el libro Señor Presidente, soy el Jefe Seattle, donde se habla de una supuesta carta que aún hoy es reivindicada por miles de personas, pero lo importante es eso, que su mensaje sigue vivo, ¿te parece?
-Sigue vivo, indudablemente, y más vivo aún si lo vemos como lo que es: un mensaje del inconsciente colectivo de la humanidad para que enderecemos el rumbo.

-Yo personalmente, es raro que pasen tres o cuatro meses sin leer la carta o la versión sonora que existe. ¡Es emocionantísima! ¡Debería formar parte de los planes de estudio!
-¡Habría tantas cosas que cambiar en los planes de estudio! Nuestra actual visión mecanicista del universo y de la realidad nos lleva a pensar que lo más importante que se le puede enseñar a un niño es aquello que le permita interactuar con la realidad material de la mejor manera posible. Y, sin embargo, no se les enseña a manejar sus emociones, que luego les van a llevar locos a lo largo de su vida; ni se les enseña a relacionarse con su propio interior, cuando uno tiene que vivir consigo mismo sin posibilidad de escape. ¡Hay tantas cosas que serían más importantes que la estructura de una oración en lengua o saber hacer derivadas, cosas que nunca más vas a utilizar en tu vida!

-El amor por el medio ambiente hace personas más sosegadas, incluso más realistas. Somos lo que somos y venimos de donde venimos. ¿Por qué empeñarnos en ir a contracorriente?
-Porque nos han enseñado que, para sobrevivir, tenemos que controlar y dominar todo a nuestro alrededor. Y si no lo hacemos nos da un ataque de pánico. Por eso insisto en la Vía del Guerrero como camino de formación de seres humanos, la vía del coraje, de la superación del miedo, que te permite dejarte llevar por la corriente de la Vida cuando sabes que la Vida no es tu enemiga, sino tu amiga.

-Por cierto, ¿qué tal está Marta?
-Marta está muy bien. Tan hermosa y tan sabia como una diosa. Realmente, es mi diosa, mi “Azahara”. Supongo que Jung habría dicho que es una materialización de mi anima.

-Mi trato con ella fue fugaz. Sin embargo, vaya foco de paz y felicidad. ¡Lo suyo sí que es radiactividad!
-No sé si radiactividad o magnetismo, pues muchas veces me cuesta dejar de mirarla… ¡de “mirármela”! Marta es el fundamento de mi vida, entre otras cosas porque ella es la materialización, la proyección, la expresión en este mundo tangible y visible de lo más hermoso que hay en mí: el Amor.

-Grian. Seguiría conversando toda la noche. Pero imagino que necesitas respirar. Muchas gracias, de corazón, y suerte.
-Gracias a ti, Manu. Gracias por tu interés en mis ideas y mis palabras.

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