
Es un caso único en la historia de nuestro país. Un perfecto desconocido que se presenta al mundo rodeado de viejas leyendas del rock y de la canción de autor. Lo más granado de nuestro país bendiciendo su talento. La fórmula para lograrlo la explica con detalles en esta entrevista, pero puedo adelantar que no me sorprende en absoluto que algunas de las mayores glorias de nuestra música hayan querido estar en El heredero, el disco con el que JJ Fuentes toma el relevo para llevar el rock patrio a otro nivel. En tiempos de confusión, lo mejor es tenerlo claro. Y él sabe perfectamente adónde va.
-Muy buenas, JJ. Como a todos mis entrevistados, te propongo unos tragos. ¿Qué desea el señor?
Jack Daniel’s Manzana con 7 UP.
-Me siento un privilegiado por haber escuchado en primicia tu nuevo disco, El heredero. Y creo, sinceramente, que todo aficionado al rock en español debería escucharte y conocerte. Así que si te parece, comencemos por el principio. Por tu edad, ¿no te correspondía dedicarte al trap o a eso que llaman ahora música urbana?
Yo creo que no me correspondería por edad. Más bien, podríamos decir que el correcto funcionamiento de mis redes neuronales me impide hacerlo. No cumplo el requisito indispensable para hacer esa basura sónica.
-Siempre he pensado que la infancia nos marca de por vida… ¿Qué música escuchabas en tu casa antes de ser tú quien la eligiera? ¿Qué ponían tus padres?
En mi casa siempre se ha escuchado buena música, se han leído libros y ha existido un respeto y un gran interés por la cultura. Tengo muchos recuerdos de mi niñez asociados a la música, pero quizás el que más claro tengo es uno de ir en el antiguo Opel Astra de mi padre, a comienzos de la década de los dos mil, con el Básico 2 de Revólver en bucle. Con el tiempo, creo que siempre tuve algún tipo de vinculación emocional con determinados sonidos rockeros porque incluso mis canciones favoritas de cuando era niño, de distintas series de dibujos animados como Dragon Ball Z,eran canciones con guitarras eléctricas, distorsión y ciertos patrones rítmicos muy asociados al rock.
-Te tocó tener conciencia a comienzos de siglo, cuando la música melódica convivía con estilos muy variopintos… En esa época lo petaba Bisbal, Fito y Fitipaldis, Pereza… pero, sin embargo, el grupo que a ti te cambia la vida es Los Secretos. ¿Qué pasó exactamente?
Estaba, como cualquier chaval de mi generación, viendo vídeos en YouTube cuando de pronto vi uno que ponía Los Secretos – No me imagino. No tenía ni idea de lo que era, pero le pinché… Escuché la intro de guitarra de Álvaro Urquijo y dije que quería hacer lo que hacían esos tipos. Me voló la cabeza. Luego, el primer disco que me compré fue Grandes éxitos.
-¿En ese momento ya tenías un mapa para tu vida?
De niño quería ser paleontólogo, pero en cuanto descubrí el rock & roll lo tuve muy claro. Ningún trabajo me hace despertarme a las 4 de la mañana para viajar 800 km y hacerlo con una sonrisa. La música, sí.
-¿Cómo fueron tus primeros pasos en la música? ¿Te dedicaste a copiar canciones? ¿Versionar?
Monté un grupo adolescente donde dimos algún concierto en el instituto con el propósito más de ligar con las chicas que de otra cosa. Recuerdo que en ese primer concierto tocamos Buena chica (Los Secretos), Cadillac solitario (Sabino Méndez) y No es extraño que tú estés loca por mí (Burning). Ya tenía escritas algunas canciones por aquel entonces. La primera que escribí fue El tiempo se va, que canto en mi nuevo disco en compañía de Sabino… Lo que es la vida, ¿Eh?
-¿Cómo aprendiste a componer? ¿Tenías alguien cerca que te pudiera dar consejos?
Mi padre tocaba el teclado de joven, tenía un tío que tocaba la guitarra… Pero lo cierto es que he sido muy independiente y muy autodidacta.
-¿Escribir canciones te servía para ligar? ¿eras muy ligón?
Por supuesto. Los músicos que empezamos en la adolescencia y montamos bandas de rock tenemos el firme propósito de pasárnoslo particularmente bien. Según un buen amigo que no tiene en gran estima mi físico, he llegado a desafiar la Teoría de la Evolución de Darwin en bastantes ocasiones. Lo dejaremos ahí (risas)…
-¿Tus padres veían con buenos ojos el tiempo que le dedicabas a la música?
Al principio me reían la gracia, después vieron que se estaba complicando la cosa y no era sólo un juego. Acabaron dándose por vencidos (risas).
-¿Cómo se llamaba aquel primer grupo que formaste?
Se llamaba Los Reflejos, con mis amigos de toda la vida, pero dejamos pronto las armas. Sólo seguí yo contaminando acústicamente Roquetas de Mar (Almería) y alrededores.
-Si no me equivoco, te vas a Granada a estudiar la carrera de Ciencias Políticas. ¿Qué recuerdos tienes de esa época?
Todos muy buenos. Fue el mejor tiempo de mi vida. Hice muy buenos amigos que aún conservo a día de hoy y llené la mochila de experiencias vitales increíbles. Fue una suerte vivir aquello.
-Yo siempre he pensado que Granada tiene el ambiente más rockero de Andalucía… ¿Hiciste amistades dentro del mundillo musical?
Lo cierto es que sí. En aquella época conocí a Víctor Sánchez y Popi González que hoy tocan en mi banda. Además, iba mucho por el Ruido Rosa y aprendí muchísimo de Chico Lapido, que me descubrió muchísima música, y toda la gente que estaba por allí merodeando. Era un garito único… Siempre, después de los conciertos de Rock, los artistas iban allí y podías encontrarte a un montón de rockeros a los que admirabas. Era increíble.
-Artistas de otra época, como Sabina, o de la tuya, como Gata Cattana coinciden en que Granada les cambió la vida. Llegaron con unos planes y se fueron con otros. ¿A ti te pasó algo parecido? ¿En qué momento?
Sí, absolutamente. Creo que ya estaba tocado por la música, pero allí me hirió de muerte. Ese es el gran cambio que provocó Granada en mí.
-¿José Ignacio Lapido era entonces un referente para ti?
Sí, quizás en aquella época era mi mayor referente junto con Álvaro Urquijo.
-¿Llegaste a conocerlo? ¿Te dio algún consejo?
Sí, le conocí. Los artistas emergentes no tenemos muchas oportunidades de hacer promoción de nuestro trabajo, así que permíteme la osadía de que quiera aprovechar este tiempo para hablar de mi disco, de los artistas que han participado y de mí mismo. Discúlpame.
–(Risas) Estás disculpado. Lo entiendo perfectamente. Sé que no es un tipo que vaya por la vida haciendo amigos, así que puedo imaginármelo. Y ¿ser de Almería ha marcado de alguna manera tu forma de componer? ¿Tus ambientes? ¿Tus temáticas? Almería tiene un desierto muy evocador y muy asociado al country-rock…
Por supuesto. Mis letras evocan directamente paisajes de mi tierra y, como es lógico, todo lo que está asociado a Almería me ha marcado desde la niñez. El Desierto de Tabernas es legendario dentro del mundo del Western y muchas de las obras más icónicas del género se han grabado aquí. Eso, sin duda, te marca.

-Una de las primeras decisiones que ha de tomar un compositor, además del género en el que quiere moverse, es la temática. ¿En qué terrenos te sientes más cómodo? ¿dónde están tus líneas rojas?
Nunca cuento algo que no siento o no pienso. No podría dedicar una canción a una causa en la que no creo por el simple postureo, algo que sí se lleva mucho ahora mismo en la industria.
-Tus letras son muy cuidadas, algo muy poco frecuente incluso entre las grandes estrellas. No haces trampas para que encajen las sílabas en la melodía, por ejemplo. Ni buscas pareados fáciles. ¿Cuánto sueles tardar en darte por satisfecho con una canción?
La inmensa mayoría suelo escribirla en un rato. No es que me tire días dándole vueltas, ni semanas. Salvo algún caso concreto. Creo que hacerlo le puede quitar mucha frescura a la canción.
-Cuando ya tienes claro cuál quieres que sea tu forma de vida, sacas dos discos, pero con muy poca suerte en la promoción. ¿No llegaste a desanimarte?
Sí, pero cuanto más complicado se pone… Más me motivo. Creo que la pandemia me dejó muy tocado, porque eso de que se me ocurriese grabar un disco de colaboraciones con todos mis grandes ídolos sin ser nadie es de absoluta demencia… (Risas)
–El heredero, el disco que acabas de publicar, es un caso único en la historia de España porque está hecho por un desconocido, pero en compañía de grandes estrellas. Seguro que no soy el primero que te pregunta: ¿cómo lo has conseguido?
Creo que la clave de todo es tener buenas canciones. Mi objetivo siempre fue reunir a los grandes escritores de canciones de la historia del rock español que aún seguían vivos. He conseguido reunir a la inmensa mayoría simplemente levantando el teléfono o mandando un mail. Ninguno ha cobrado absolutamente nada. Lo han hecho de manera totalmente altruista. La verdad es que pensándolo… Debe ser buena el agua para que la bendigan tanto, ¿no?
-Doy fe. ¿Te resultó difícil conseguir que se decidieran? ¿qué les proponías?
A algunos les conocía de haberles visto en algún concierto, por el Cabo de Gata… Otros fueron a través de los propios que participaban con eso de “llámale de mi parte”. No han sido todas las colaboraciones iguales, pero la verdad es que no ha sido difícil. Les gustaron las canciones, cuadraron agendas y poco más.

-El primero fue Cifu (Celtas Cortos) y tras él un total de 16: Álvaro Urquijo, Javier Andreu (La Frontera), Carlos Segarra (Los Rebeldes), José Manuel Casañ (Seguridad Social), Sabino Méndez, Burning, Kutxi Romero (Marea), Diego Vasallo (Duncan Dhu)… ¡Es que es apabullante, tío! Pero, ¡seguro que alguien se ha quedado fuera! ¿te ha fastidiado especialmente alguno? Yo me hubiera cortado un dedo para que estuviera, por ejemplo, Jaime Urrutia…
Pues me has leído la mente. Jaime Urrutia, Robe Iniesta y Miguel Ríos han sido las espinitas que se me han quedado clavadas. No obstante, el camino es largo y ojalá pueda publicar alguna vez un tema con ellos.
-Sé que eres muy fan del disco Camino Soria, pero tu vida parece más bien la de un personaje de “Clases de rock and roll”, la canción de Urrutia en El muchacho eléctrico. Como si hubieras recibido un máster acelerado por parte de los más grandes…
Grabar canciones con toda esta gente ha sido estar en una master class constante, desde luego. Mi gran objetivo con este disco era despedirme de los veinte y de mi etapa de mayor formación (nunca se deja de aprender) para prepararme y afrontar la década decisiva, los treinta, con todo el bagaje y conocimiento posible. También he buscado ese aprendizaje. Por cierto, ese tema de Urrutia tiene una melodía brutal…
-Eres como un espíritu añejo, borracho de rock and roll, en un cuerpo por estrenar…
Tengo las ganas, la actitud y el conocimiento para, ahora sí, comerme el mundo. Además, aún tengo la energía de la juventud. Honestamente, creo que se está gestando mi momento.
-La colaboración de Urquijo en el disco es un regalo del destino. Te cambió la vida en su momento y ahora lo tienes mano a mano. ¿Cómo has vivido esa colaboración?
Pues si te digo la verdad, cuando escuché el tema cantado por los dos se me escapó alguna lagrimita de felicidad. Un absoluto regalo del destino, desde luego.
– Es que la canción, “Si quieres que nos conozcamos”, te ha quedado preciosa… Vamos a escucharla.
Gracias. La idea del disco era potenciar las canciones al máximo y creo que lo hemos conseguido. Esa, en concreto, ha quedado muy bonita. La guitarra de Álvaro y el pedal steel le han dado un rollo brutal.
-Tu voz es imponente: madura, con profundidad, con matices… ¿cómo te llevas con ella?
Perfectamente. No tengo un gran registro, pero sí un timbre bonito. Con los años he aprendido a jugar con eso y la verdad es que estoy contento.
-¿Tú disfrutas más cantando o componiendo?
Componiendo, desde luego. Mi verdadera profesión es la de escritor de canciones. Lo de cantar y tocar son herramientas para dar a conocer mi música lo máximo posible. Aunque tocar y cantar no sea lo que más me guste, intento mejorar cada día para subir el nivel todo lo posible.
-El mundo es de los que arriesgan, y tú, con El heredero ¿estabas dispuesto a jugártelo todo a una única carta?
“La vida es de los que arriesgan, de los que muerden sin prejuicios la manzana.” ¿Te suena de algo esa frase? Sólo tenemos una vida, así que echémosle cojones.
-¿Te sientes responsable de seguir divulgando el legado del rock and roll español?
Por supuesto. La ayuda de todos mis ídolos también supone la responsabilidad de pasar el testigo dentro de unos años y, al igual que ellos lo han hecho conmigo, ayudar todo lo posible a los que vengan detrás.
-¿Le ves futuro? ¿va gente joven a tus conciertos?
Sí, el rock va a seguir vivo siempre. Siempre tendrá su nicho y estará ahí como un estilo clásico.
-Quería preguntarte por el artista que me habló por primera vez de ti, el gran Gabriel Sopeña. ¿Vio con buenos ojos tu propuesta?
Por supuesto. Con Gabriel tengo una conexión muy especial. Me ha ayudado muchísimo en el esprint final del disco y siempre le estaré eternamente agradecido. Es un tipo con un inmenso talento. Por si fuera poco, compartimos admiración casi enfermiza por Jackson Browne y Albert Hammond. No obstante, debo reclamarle desde aquí el tour turístico que me debe por la Zaragoza profunda.
-¿Qué te ha dicho sobre el resultado?
Le ha gustado mucho la canción. Por mi parte, puedo decir que Gabriel hizo un trabajo brillante. Ha sido un gusto trabajar con él y conocerle.
-Seguro que de esta experiencia con gente tan válida y experimentada, has sacado mucho más de lo que imaginabas. ¿Qué es lo más importante que has aprendido de ellos?
A disfrutar del camino.
-Desde el primer día que cogiste una guitarra hasta hoy. ¿Cuál ha sido el día más feliz?
Ha habido muchos muy buenos. Probablemente, me quedaría con el día que me mandaron este disco terminado, me fui a la Playa de los Genoveses y me senté en la arena a escucharlo. Quizás ese haya sido el mejor momento.
-¿Qué planes tienes para el futuro? ¿Tienes alguna aspiración concreta entre las manos?
Rodar este disco lo máximo posible y empezar, en cuanto pueda, a preparar uno de canciones totalmente inéditas. Al pasar unos años preparando este disco, he tenido mucho tiempo para componer. Súmale el aprendizaje de trabajar con toda esta gente… Creo que tengo una colección de nuevas canciones brutales. Estoy seguro de ello.
-Muchas gracias, JJ. Ha sido un verdadero placer.
El placer ha sido mío.

