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Tomate podrido

Publicado el 31 enero 2008 por manuguerrero

Como a todos los que nos metimos en esto porque pensábamos –y seguimos pensando- que otro mundo es posible, me alegra muchísimo que Tele 5 finalmente haya retirado la emisión del programa Aquí hay tomate. No pensarán lo mismo los que se metieron sólo por dinero, porque durante mucho tiempo ese espacio ha sido una máquina generosa de hacer billetes. Se trataba de atraer espectadores, al precio que fuera, para vender muy cara la publicidad, aunque hubiera que pasar por encima de la dignidad de las personas, pisoteándolas hasta que ya no hubiera por dónde exprimir. Acudían como moscas, claro, igual que ocurre en la calle cuando hay una pelea. Nadie hace nada para poner paz pero todos hacen un corrillo para ver el espectáculo. Es el lado más miserable del ser humano. La diferencia entre una situación y otra es que en la primera hay unos señores que la provocan con el único fin de obtener beneficios. Y eso no, amigo, eso no está bien. Si prohíben las peleas de gallos, ¿por qué no prohíben las pelas entre personas?

Durante estos años he oído mil veces que ese programa estaba bien hecho, que era técnicamente impecable. ¿Y qué? ¿Eso le exime de ser un programa basura? ¿Es que la técnica está por encima de los valores que nos hacen hombres y mujeres civilizados? Nunca he aceptado esa milonga y me he tenido que enfrentar acaloradamente con compañeros de profesión (sobre todo intrusos, todo hay que decirlo) defendiendo que la televisión es un medio de comunicación social y no un cóctel molotov para arrojar contra quien decida un director de programa. Medio kilo de excrementos no deja de ser medio kilo de excrementos aunque venga envuelto en papel con brillantina. No obstante, si quieren, un día hablamos de televisión técnicamente impecable.
 
También he oído estos días a quienes se compadecen por los “compañeros” que con la retirada del programa han perdido su puesto de trabajo. Creo que a la telebasura nadie te obliga a entrar. Los que están lo hacen por voluntad propia o por ganar mensualmente doscientos euros más. Cuando en España se suprimió la pena de muerte nadie dijo: “Qué pena, todos los verdugos van a ir al paro”. Perdonad el símil. Sé que es un poco radical, pero pensando en telebasura no se me ocurre otro más acertado. No, no me dan pena. Me dan más pena todos los profesionales que durante estos años no han podido trabajar en televisión sencillamente porque su conciencia se lo impedía. Y que aún siguen dedicándose a otra cosa para poder dormir tranquilos.
 
Es muy triste que la cadena haya retirado el programa porque no le salen las cuentas. 300.000 euros de indemnización al presentador Gonzalo Miró por especular con la identidad de su padre; 270.000 euros al periodista Pepe Navarro por una «campaña sistemática de descrédito»; 50.000 al torero Francisco Rivera por divulgar comentarios sobre su vida sexual… Es muy triste porque un Estado de Derecho no debe consentir ningún espacio público que vulnere derechos reconocidos en la Constitución vigente. Con el tiempo, la palabra telebasura se ha frivolizado, se usa tan a menudo que ha perdido significado. Un programa es basura cuando llena de escombros el salón de tu casa, tu alma y la cabeza de tus hijos. En un momento en que los Estados modernos se preocupan por sacar el humo de los espacios públicos, de reducir las emisiones de dióxido de carbono y de proteger el medio ambiente, no tiene sentido que no se preocupen por la salud mental de los ciudadanos.
 
Y vuelvo a pensar, por enésima vez, que las agencias que contabilizan las audiencias de televisión nos engañan perversamente. Existe una alianza simbiótica entre ellas y los principales anunciantes de publicidad, es decir, el poder económico. Y en ese pacto, como en tantas otras ocasiones, perdemos los demás, perdemos los de siempre, los ciudadanos.
 
Cayó Crónicas marcianas. Cayó A tu lado. Ahora ha caído Aquí hay tomate. Pero quedan muchos en pantalla, en esa y en otras cadenas. Y lo más preocupante (me llega a revolver el estómago) es imaginar en qué estarán pensando los directivos de Tele 5, que son especialistas en cruzar todas las fronteras, incluida la de la decencia.
 

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