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Portada de "El periodista en la telaraña", de Ramón Reig

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Ramón Reig. ESPÍRITU DE SALMÓN

Publicado el 09 noviembre 2007 por manuguerrero

Ramón va a contracorriente, no a contrasentido, pues el sentido -especialmente el sentido común- no suele ser corriente. Es por ello que sus reflexiones son imprescindibles no sólo para cualquier aspirante a buen periodista sino para todo ciudadano con pretensiones de estar bien informado. Su trabajo es descorrer cortinas incluso cuando lo que hay detrás son dulces cadáveres en avanzado estado de putrefacción. Lo hace y dice en la Facultad de Comunicación de la Universidad de Sevilla pero también allá donde lo llaman. En México por ejemplo.

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Volverá la Guerra Fría

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Volverá la Guerra Fría

Publicado el 19 julio 2007 por manuguerrero

Volverá la Guerra Fría
 

Los datos son aparentemente apabullantes. Desde 2000 España crece a un ritmo mayor que la media de la Unión Europea y acumula una riqueza de 4’3 billones de euros, motivos de sobra para el buenrollismo y para encamisar el España va bien, que explícita o implícitamente el poder acaba agarrando para defenderse de una realidad más cruda y dolorosa. En esos años, el patrón de crecimiento dominante en nuestro país se viene sustentando en el consumo y la construcción, lo que está generando importantes beneficios empresariales a costa de una creación de empleo de baja calidad y bajos salarios. De los 2.700.336 nuevos empleos asalariados, creados entre 2002 y 2006, 438.500 fueron en la construcción y 2.204.800 en los servicios; es decir, en sectores con niveles salariales bajos y alta temporalidad.

Así, no es de extrañar que el 50% de esa riqueza acumulada (la que sirve para el qué bien lo hacemos) se concentre en el llamado capital residencial, es decir, en la vivienda, que no es de nadie salvo de los bancos hasta que dentro de 40 años pase a manos del currito-inversor. ¿Qué significa esto? Que las autoridades administrativas están ofreciendo datos de crecimiento utilizando el futuro sudor de los ciudadanos sin que, obviamente, nadie pueda garantizar que todo devenga como ha de ocurrir. Si, por ejemplo, en 2012, que se espera la mayor crisis energética de la Historia reciente, quiebra el sistema productivo español, no sólo se romperá la tendencia de crecimiento, sino que se demostrará que los datos de hoy son una falacia: es absurdo considerar vendido aquello que nadie ha logrado pagar.

En economía hay una premisa básica de enriquecimiento que nunca se equivoca: eres más rico cuando gastas en lo que compras menos de lo ganas con lo que vendes. Y no es el caso español, cuyo déficit exterior se agrandó un 16,3% en los cuatro primeros meses del año y el desequilibrio asciende ya a un total de 34.338,5 millones de euros. De ahí es de donde podemos sacar un resumen certero de si caminamos hacia delante o hacia detrás. De si vamos bien o vamos fatal.

No somos un país exportador. Nuestra industria es raramente competitiva y la globalización, tal y como está entendida, nos está causando más perjuicios que beneficios (que se lo pregunten a los trabajadores de Delphi o Altadis). China está a punto de convertirse en la tercera economía mundial y está exhibiendo sus potentes garras de águila feroz: está comprando petrolíferas, equipos de fútbol, telecomunicadoras y pronto, quién sabe, tendrá en sus manos los olivos que un día fueron nuestros y ahora son italianos. Sería el colmo pero en el país de las maravillas todo es posible.

Otro dato significativo, quizás el que más, es el que indica que el salario medio español no ha variado sustancialmente desde 1997, por lo que hemos perdido considerable poder adquisitivo: el señor IPC toma dos petit suisses al día y un café no cuesta lo que cree el señor Zapatero (para nuestra desgracia, que tomamos varios al día.) Es lo que más duele: oír por televisión que el país va genial, ver cómo construyen, sin medida, en tu barrio y no tener un euro en el bolsillo para adquirir aquello que consideras tuyo.

En los últimos años, en España han confluido varios ríos negros: ocho años nefastos de gobierno conservador (autor en 1998 de una ley de liberalización de suelo responsable de que la corrupción tenga acta de concejal en nuestros ayuntamientos), la entrada de la moneda única (pretexto perfecto para sacar de las piedras el dinero negro, una auténtica lacra en un país de pasado astuto… ¿alguien le ha visto ventajas al adiós de la peseta?) y un abrupto aumento poblacional (no hay país que pueda soportar, sin perder el equilibro, la llegada de más de cinco millones de habitantes en apenas diez años.) Sólo en ese pantano movedizo parece oro aquello que no lo es. Pero la presión continúa. Vivimos en un sistema de objetivos y resultados. Hay que cumplir, es válido el maquillaje y las agencias de comunicación están para algo.  Pero por mucho que se empeñen, la liebre es muy difícil de esconder: más de la mitad de los españoles no saldrá de vacaciones este verano porque se lo impiden las subidas en la gasolina y en los tipos de interés -resulta ya cansino decir que una hipoteca es peor que una soga al cuello-. Creo que eso es economía y lo demás son números embusteros, pura y limpia corrupción.

Empieza la Guerra Fría. Interna y personal pero más gélida que la que conocemos por los libros de Historia. Llamémosle cambio climático. Por ejemplo.

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Festival erótico de Madrid

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Precariedad sexual

Publicado el 06 junio 2007 por manuguerrero

Decir a estas alturas que el sexo lo invade todo resulta demoledoramente aburrido, aunque es totalmente cierto. Pero que vivimos en una sociedad sexualmente precaria ya es defender algo que, aunque individualmente nadie reconozca (obviamente), es fácilmente comprobable. Veamos una foto del pasado fin de semana, del II Festival Erótico de Madrid, Exposex 2007.
 
 
 
Según la organización, han acudido 40.000 personas, entre ellas estos señores que toquetean a esta bellísima mujer. ¿Os habéis fijado en el caballero de la derecha, el del pelo canoso? Con su mano derecha toca algo que parece no haber tocado nunca, el pecho de una mujer, y por eso graba tan mágico instante, para no olvidarlo jamás. Lo hace precavido, con miedo, con rostro serio y asegurándose de que no falla la cámara, porque posiblemente tendrá que revisionar en multitud de ocasiones.
 
Justo a su espalda se encuentra un chaval joven, veinticinco le echaría yo, que trata de asomarse por encima del caballero, aunque presumo que ni le ve los pechos a la muchacha, ni los genitales ni, para colmo, la cara, con lo que debe estar bastante nervioso e insatisfecho. Amigo, mejor ir cogiendo posiciones en otro stand de la exposición.
 
El que sí lo ve todo claro es el que está en el centro de la foto, en segunda fila. Su sonrisa lo delata. Ese estado de felicidad debe provocárselo el ver una chica desnuda por primera vez en su vida. Quizá nos equivoquemos y alguien le está haciendo cosquillas por detrás, pero en cualquier caso está disfrutando. Algo extraño porque el cuerpo que está viendo es bonito, pero no gracioso. A su derecha (es decir, a nuestra izquierda), otro caballero que también peina canas por las mañanas (esto es un detalle muy significativo), del que me sorprende especialmente su habilidad para hacer fotos sin encuadrar, pues no mira a la chica a través de la cámara sino directamente. Para qué meter artificios entre su cuerpo y el objeto deseado. Pero mira que si después llega a casa y se encuentra con que en todas las fotos lo único que aparece es el brazo del hombre de la camisa de cuadros…
 
Aunque ese hombre es precisamente el verdadero enigma de la foto. ¿Qué está haciendo exactamente con su mano derecha? Está rozando el cuerpo de la mujer, ligeramente por encima del pubis, pero con un artilugio entre ella y su mano. ¿Qué es? ¿un móvil? ¿una cámara de fotos? ¿está pasándole el sonido a un amigo mediante una llamada? ¿su móvil recoge aromas? ¿está haciéndole un ecograma? ¿para qué? Ella, si nos fijamos, muestra una expresión de sorpresa y creo que hasta de recelo. No se fía ni un pelo de esos fieras, que además son multitud (¿los que están al final ven algo?), aunque para evitarlo está el forzudo de negro, en el extremo izquierdo de la foto.
 
Me diréis que vale, que sólo es un puñado de hombres y que de ahí no se puede extraer una máxima absoluta. Y yo recuerdo que acudieron 40.000 visitantes (con comportamientos similares) en tres días y que seguramente no cabrían más. O sencillamente no podrían pagar el precio de taquilla.
 
Recuerdo que Pío Baroja decía que la pornografía era un negocio muy próspero en las sociedades sexualmente reprimidas. Razón no le falta aunque claro, el mundo ha cambiado mucho en estos últimos cien años.
 
Investigando al respecto, he descubierto que hubo recientemente en España un colectivo de mujeres, girlswholikeporno, que, consciente de que la hipersexualización esconde mucha precariedad sexual, se proponía difundir otra manera de entender el sexo, tratando de superar el mito, el tabú, la heteronormalidad y la genitalización. Estas murcianas organizaban talleres para reflexionar sobre la pornografía desde un posicionamiento feminista, aceptando a cualquier clase de cuerpo, y sin complejos para grabar en vídeo todo tipo de deseo sexual, sin categorías ni limitaciones y con mucho sentido del humor.
 
Como veis, no es exactamente porno para mujeres, pues bajo esa etiqueta se suele encontrar un cine con música romántica, coitos suaves y cariñosos y estas chicas huían precisamente de las etiquetas. Pero no son las únicas mujeres dispuestas a hacer porno. Hay dos nombres fundamentales: Sandra V y Bibian Norai. Ellas se han propuesto hacer un porno más complejo, erotizar el cerebro y que la gente se masturbe incluso antes del desnudo.
 
En la misma onda vanguardista se mueve Sonia Gómez y sus proyectos de experiencias con desconocidos. Consisten en performances en las que el cliente solicita qué experiencia desea tener y ella y sus ayudantes se presentan con todos los artilugios necesarios (vestimentas, proyecciones, recitales etc…) Son espectáculos ligeramente inspirados en el bondage, la disciplina, la dominación y la sumisión. Más información en www.soniagomez.com
 
En general son experimentos aislados, muy lejos del sota, caballo y rey, tónica habitual del cine, la publicidad y la cultura popular, pero en dirección equivocada, creo. Vivimos bajo el reinado del sufijo -basura. Y parece un panorama inofensivo, por ser algo personal e íntimo, pero si lo asociamos con aquello que dijo Mao tras hacer el amor a la sombra de un ciruelo (“si todos estuviéramos satisfechos en el sexo, el mundo sería mucho mejor”) entonces ya nos da bastante que pensar.
 

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