Bajan la persiana y, como tantas otras veces, el lenguaje procura maquillar la realidad. Nos dicen que la decisión tomada es la de «unificar las emisiones de la RTVA» pero el hecho inapelable es que desaparece Canal Sur 2, la que siempre conocimos como Canal 2 Andalucía. Ya se verá si algún día vuelve el dinero a la Administración y el gestor de turno se acuerda de que por aquí hubo una cadena autonómica de televisión de alta calidad, servicio público y prestigio nacional. Personalmente, soy muy escéptico al respecto y creo que  ninguna de las dos posibilidades se dará antes de, al menos, una década. 2020. Y me da mucha rabia.

No voy a insistir en el drama laboral que supone que la cadena renuncie a una programación propia. Calculo que unas 400 familias acaban de asumir que su futuro se vuelve aún más negro: redactores, productores, presentadores, operadores de cámara, realizadores, montadores, maquilladoras, guionistas… Casi todos, anónimos trabajadores de productoras externas que hasta la fecha han realizado un trabajo impecable para RTVA y, en la mayoría de los casos, a unos precios muy competitivos y a cambio de sueldos por debajo de la media del sector. A todos ellos, estos días les costará más trabajo conciliar el sueño. Años anteriores, por estas fechas, primeros de septiembre, todos estaban en sus puestos de trabajo o a punto de incorporarse a unos proyectos pensados para la nueva temporada. Ahora, sin embargo, ni contrato ni esperanza de volver al oficio. El tejido audiovisual andaluz se disuelve después de una encomiable labor de promocionar con equilibrio y justicia la imagen de esta tierra nuestra, tan maltratada por el tópico y oscuros intereses. Vuelve a sonar la alarma. Ha caído otro medio de comunicación. Es muy grave pero seamos realistas: Nada nuevo bajo el Sol. Es lo mismo que está ocurriendo en casi todos los sectores económicos de nuestro país. Y los que nos dedicamos a la televisión no somos más que nadie. Todos tenemos ya un pie camino del abismo.

Lamento profundamente la desaparición de Canal Sur 2 por su carácter simbólico. Desde sus comienzos, en 1998, se ha caracterizado por tener, quizá, la mejor programación de todas las cadenas nacionales y autonómicas de este país. Ahora nos sonará extraño pero Canal Sur 2 ha tenido una parrilla impecable, brillante. Puro servicio público. Nadie ha podido objetar nada sobre ninguno de sus programas, muchos de los cuales han sido la flor y nata de su género: en literatura («El público lee»), pensamiento («Tesis»), música («1001 Músicas» o «Buenas noches bienvenidos»), medioambiente («Espacio protegido»), sociedad («Andaluces por el mundo»), integración («Gitanos»), solidaridad («Es posible»), trabajo («Emplea2»). Pero además, con cine selecto y sin cortes publicitarios y con programas que algún día deberían formar parte de los manuales universitarios de cómo hacer televisión de máxima calidad, si es que por entonces sigue existiendo la universidad. «El club de las ideas» era un espacio inédito y sorprendente. Nadie ha ofrecido tampoco, a pesar de los numerosos intentos, entrevistas con la elegancia y la sutileza de «1001 Noches», un programa legendario.

Pero acordémonos también de «Solidarios», «Animales en familia», «Andaluces con estilo», «La banda», «El contrapunto», «Andalucía barroca», «Are you ready?», «Cifras y letras», «Experiencia TV», «La noche al día», «National Geographic», «Objetivo Tierra», «Andalucía Patrimonio Cultural», «La semana más larga»… Una programación a medida de cualquier voluntad inquieta y bienpensante. Es la televisión variada con la que todo telespectador dice soñar: entretenimiento, información, medioambiente, compromiso, mercado laboral, documentales, animación, filosofía, libros, cine, ciencia, música, Historia, humor, videojuegos etc. Hecha con creatividad, vanguardia, ingenio… y, por supuesto, respetando al máximo la inteligencia del telespectador.

Sin embargo, a pesar del nivel, los índices de audiencia nunca fueron justos. Ni el 6% de los primeros años ni el 1% de la última temporada. Hay quien argumenta que la tdt supuso una bestial diversificación de la oferta y que, en muchos casos, Canal Sur 2 pasó a estar escondida en el dial. Pero eso no lo justifica. Reitero: la cadena ha tenido una de las mejores programaciones entre TODAS las cadenas disponibles, incluidas las de la tdt, donde ha primado la (violenta) propaganda política, las videntes desclasadas, los sorteos de media noche y los interminables anuncios para adelgazar. Desde mi humilde opinión, la oferta digital ha empeorado sustancialmente lo que ya teníamos. Y repito, Canal Sur 2 era una pequeña BBC para 8 millones de habitantes.

La explicación a ese desfase calidad/repercusión quizá tengan que darla algún día los sociólogos. Fue una televisión inteligente en un momento en el que en este país pasaban cosas muy peligrosas. Parece que todos mirábamos hacia otro lado: cómo ganar dinero engañando al vecino, por ejemplo. O cómo defender nuestros argumentos gritando más que el otro. Basta repasar los grandes hitos de la tv de la última década para comprender cómo hemos llegado hasta aquí: «Crónicas marcianas», «Gran Hermano», «Salsa rosa», «Sálvame»… La televisión es un reflejo de lo que somos, y en este caso, la miseria y la mediocridad han tenido su debida representación catódica. 

Es cierto que las televisiones están en manos de gente de otra época. Es también verdad que el sistema de audimetría es una estafa porque solo recoge una muestra interesada. Los hábitos de consumo también han cambiado, el ecosistema televisivo está en plena transformación… No obstante, la caída de Canal Sur 2 va mucho más allá del éxito o fracaso de una gestión concreta, de una programación. Su desaparición, esto es lo grave, viene a decirnos qué tipo de sociedad es la que no interesa. Por favor, guarden con cariño sus 123.000 horas emitidas porque algún día, alguien, tratando de entender qué nos pasó a comienzos de siglo, tendrá que pasar por las salas de visionado de la RTVA. El legado queda ahí para la Historia. Todo aquel que tuvo algo que decir pasó por las cámaras de Canal Sur 2. Sin ruidos ni estridencias.

Hoy no es más que otro día cualquiera en esta aciaga, perversa y malintencionada crisis. Pero me duele profundamente que sea el buen gusto quien hoy esté de luto.