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Javier Ojeda. ENERGÍA PURA HACIA EL POLO SUR

Publicado el 26 marzo 2007 por manuguerrero

Está a punto de llegar a casa gran parte de la aportación andaluza a la bella historia del pop español. Es un señor que no confiesa –ni oculta- su edad, y lo digo porque ya se sabe lo que suele pasar en cualquier fiesta, todos empiezan preguntando lo mismo: edad, trabajo y estado civil [como si acaso fuera importante para acabar donde hay que acabar]. Pero quien quiera ir haciendo cálculos, que tenga en cuenta que el primer disco lo sacó en 1982 [Sueños] con Danza Invisible y aún no ha parado.  Desde entonces, él y los suyos han sido el buen rollito de cualquier fiesta con pretensiones de divertir al personal. Hoy, en cambio, él no va a ser la banda sonora de nada sino el invitado principal de la que esperamos sea una gran noche. Son las cosas de Internet. Ding-dong…

-Hola Javier. ¿Qué tal? ¿Qué quieres tomar?
-Me encantaría una cerveza, gracias.

[Pensando en causarle buena sensación he decidido que el primer disco que escuchara Javier fuera de Hérctor Lavoe. Al fin y al cabo, me lo recomendó él la última vez –y primera- que estuvimos juntos. Pongo La voz].

-Bueno, a esto se le llama “un toque de clase” para comenzar ¿no?

-No sabes cuánto te agradezco que aquella tarde me hablaras del gran Lavoe. A mí, como melómano, me ha traído nuevas sensaciones, y a ti ¿para qué te ha servido escucharle?
-Para muchísimas cosas. En particular, me enseñó que todas las grandes verdades que hay en la música se pueden expresar con distintos trajes, con vocabularios distintos. Y posiblemente el de Héctor (o Rubén, o Celia, o Ismael) es más cercano al nuestro. Además en Lavoe hay un sentido trágico de la vida que a mí me lo hace muy emotivo.

-¿De dónde proviene esa admiración tuya por la música de origen sudamericano?
-Bueno, no es tan extraño. Es como aquellos ingleses que flipan con el reggae o el country. Nuestra salsa, nuestros boleros, nuestras rancheras son su equivalente.

-Danza Invisible fue quizás el grupo pionero en hacer en España eso que hoy se cataloga como “música latina”. ¿Te has sentido cómodo con esa etiqueta?
-No, jamás me he sentido cómodo. Yo creo, en primer lugar, que no fuimos los primeros (antes estaban, qué sé yo, Los Coyotes o Radio Futura) y por otra parte nuestro discurso siempre fue más poliédrico, como abarcando más cosas. Y de todos modos lo de la importancia de ser “pionero” en algo es relativa. Más importante es que lo que hagas lo hagas bien, pienso yo.

-¿Qué te parece la evolución que ha tenido el género?
-¿La música latina, dices? Pues chunga. De hecho entre los 90 y lo que llevamos de los 2000 no ha salido figura alguna comparable a los grandes del género. Lila Downs en cuanto a música mexicana, quizá. Pero el problema principal es que las principales “figuras” actuales destacan más por su belleza que por su arte, y eso no puede ser. De todos modos, auque te parezca una herejía, he escuchado temas recientes de artistas de reggaeton como Tego Calderón o Don Omar que me han gustado.

-Roger Wolfe habla en uno de sus versos de toda esa poesía que no cabe en un poema. ¿Te has preguntado alguna vez qué hubiera sido de ti si hubieras hecho todo cuanto se te pasó por la cabeza? ¿hubiera sido todo muy distinto a lo que finalmente has hecho?
-Hombre, pues claro. ¡Pero qué filósofo te has puesto! De todos modos, no me quejo de cómo me ha ido, la verdad.

-¿Con qué obstáculos te has ido encontrando a lo largo de tu extensa carrera artística?
-Para mí el principal obstáculo es siempre la creación. A mí me cuesta mucho, mucho trabajo sacar adelante una canción.

-Javier, ¿qué duele más las canciones que se olvidan o las que se gastan?
-Mmmmmm, creo que las que se olvidan. Al fin y al cabo las que se gastan pueden ser de un uso abusivo.

-¿A ti se te ha gastado alguna?
-Claro, hombre. A cualquier músico se le ha gastado parte de su obra.

Sabor de amor no falta en ninguna fiesta o karaoke que se precie y es una de las que más suena en los pubs donde no sólo ponen reggaetón. ¿Te has preguntado alguna vez qué tiene esa canción de especial?
-Pienso que es uno de esos temas en los que letra y melodía encajan como un guante. Luego, el estribillo es algo facilón, pero la ironía del texto lo hace funcionar.

-Con Danza Invisible has popularizado un montón de canciones que hoy son clásicos del mejor repertorio pop español. Pero ¿qué otras canciones de las que pasaron más desapercibidas han tenido más importancia para ti?
-Te nombraría dos: “Diez razones para vivir” del 1990 y “ Pero ahora…” del 2000. Con ambas pensábamos que íbamos a tener un reconocimiento mucho mayor.

[En ese momento, un desconocido se acerca al equipo de música y cambia de disco. ¿De dónde habrá salido ese tipo? Rápidamente nos damos cuenta de que ha puesto un disco fundamental en la historia de la música: London Calling, de The Clash]

-¿Te gusta el punk?
-Claro, especialmente el original, el de finales de los 70. Es parte de mi formación, sobre todo como oyente.

-Ahora que está tan de moda la estética punk [las converse, los cinturones metálicos, las crestas, los vaqueros gastados, las camisetas de Ramones etc…] ¿ves posible que renazca esa vieja actitud que proteste ante los numerosos abusos que se cometen sobre, incluso, las sociedades modernas?
-Pienso que sí, pero ya está tardando. A veces pienso que todo este estado del bienestar que disfrutamos tiene algo de ficticio. Y hace falta un petardazo para despabilar a la juventud española, que está como adormecida, anestesiada; pero con el pulso bien latente, como demostró su reacción tras el 11-M. Yo tengo también muchas esperanzas en la influencia cultural que nos traigan los emigrantes.

-A menudo decís los músicos que con la música cada vez es más difícil sobrevivir. ¿Habéis mirado a vuestro alrededor?
-Ya, a veces nos quejamos por vicio, mira los emigrantes que te acabo de mencionar. Pero bueno, si el sistema favorece a los banqueros, que también lo haga con los músicos, que al fin y al cabo somos más cachondos.

-¿Sabes? Una de las canciones que más me gustaron del disco Rebeldes y Rebeldes de Los Rebeldes fue Ella siempre quiere más, que cantabas junto a Carlos Segarra. Se dice que fuiste uno de los pocos a quienes no tuvieron que mandar el disco porque conocías su repertorio. ¿Es cierto?
-Ejem…a medias. Lo que sí es verdad es que cuando llegué sí tenía la canción bien aprendida. Es lo menos que se debe exigir a un amigo y un profesional. Conocía la canción pero se la pedí a Carlos, porque no me sabía la letra ni la estructura.

-En esa canción te sale un vena rockera que más quisieran para ellos muchos de los que presumen de rockeros. Tu voz siempre me ha encantado. No sólo por su belleza y por su calidad sino también por su versatilidad. ¡Y encima dices que nunca has dado clases de canto! ¿Te viene de familia?
-¡Muchas gracias, me siento adulado! Pues la verdad es que no tengo ninguna influencia familiar cercana. Mi padre no lo hace mal con el flamenco, pero tampoco es la hostia, vamos.

-¿Y la cuidas de alguna forma especial?
-No. La verdad es que tengo una suerte que te cagas. Lo único que sí hago es controlarme con el tabaco y punto.

 

-Creo que en toda tu trayectoria has destacado por eso, por tu magnífica voz, y por haber creado buenas melodías, pero en cambio, con las letras creo que no habéis conseguido ese efecto tan importante para una banda: crear un grupo de seguidores fieles que compartan con vosotros una forma concreta de ver el mundo. ¿Qué ha ocurrido?
-Qué interesante esto que comentas. Puede que tengas razón, y a lo mejor es debido al hecho de que no nos hayamos encargado nosotros, o yo, de las letras. Qué curioso, tengo relativa facilidad para escribir y sin embargo soy incapaz de escribir un texto de una canción. Seguramente es que cuando entré en la banda ya me acostumbré a cantar letras de otros, y a encajarlas, y por eso se me hace un mundo el hacerlo yo mismo. ¡Es como si el abanico de posibilidades se me abriese hasta el infinito! Aún así, en general nuestros textos son de mucha calidad, aunque le falte ese puntillo que comentas.

-¿Cómo sueles construir una canción?
-Lo normal es que construya una melodía sobre una base musical que me resulte interesante. Una vez tengo una estructura base de canción, ya quedo con el letrista para darle unas indicaciones. Yo se la entrego con palabras inventadas. A veces el camino es el opuesto…encajo una letra en una base, hago melodía con ella.

-¿Es difícil conjugar ese hedonismo que desprendéis con el factor ironía, que también abunda en vuestras letras?
-Facilísimo, es parte de nuestra propia personalidad. Somos así, románticos, vividores, mordaces…

-¿Crees que existe la letra definitiva?
-Sí. Hay temas a los que no le cambiaría ni una coma. Lo que pasa es que cuando es tuyo siempre dudas más.

[Mientras suena el sexto tema del disco, Spanish Bomb, una chica –de gestos apetitosos y despreocupados- pulsa el stop y pincha Let’s dance de Bowie. A mí me jode que me corten una canción y más si es de los Clash pero habrá que perdonarla].

-Bueno, que le sirva de castigo al Strummer por usar ese español tan macarrónico. Aunque se le perdona. ¡Qué buen tío era!

-¡No me digas que lo conociste en alguna de sus sonadas juergas por Granada!
-Bueno, resulta que lo conocí cuando Danza Invisible mezclaba «Por ahora» (1996) en los estudios Real World, propiedad de Peter Gabriel. Él estaba haciendo una colaboración con los Black Grape para una canción de apoyo a la selección inglesa de fútbol, creo. El caso es que siempre andaba bebiendo tequila con nosotros en el estudio, y cada equis tiempo tenía que venir el productor de ellos para llevárselo con cara de mosqueo. Era un tipo sencillo, amistoso, entrañable, aunque eso sí, bebía como un cosaco. Adoraba España y los españoles, de hecho creo que tenía una casa por Almería.

-Javier, en Polo Sur, tu nuevo disco, te transformas en crooner y consigues saltarte algunos condicionantes éticos y estéticos de Danza Invisible y creo que el resultado ha sido bastante satisfactorio. El disco es brillante y sorprendente. ¿Qué te parece si me pones alguna canción del disco y me hablas de ella?
-A ver..quizá “El vaivén de las olas”. Es un tema como muy mío, que utiliza unos referentes que sirven muy bien para definir mi mundo musical y artístico.

-¿Por qué esta canción para este momento?
-Por un lado es una de las que más se apartan del sonido estándar de Danza Invisible, y por otro porque creo que da como caché a un artista. Y me encanta como la canté.

-Cuéntame la experiencia de Polo Sur: la grabación, el repertorio, los músicos…
-Es una larguísima historia. Resumiendo mucho digamos que la selección y el espíritu del disco se hizo a medias con el productor, Nacho Serrano. Hay colaboradores de postín: Susana Calvo, Joaquín Cardiel, Guille Martín, músicos de Chambao. Toda la historia de la gestación del disco está en el blog de mi página web: javierojeda.com.

-¿Has quedado satisfecho con el resultado final?
-De todo no. Es normal, uno nunca se queda satisfecho del todo con lo que hace. Pero sí que me gusta, sí.

-Pasan los años y… ¿te sientes cada vez más libre a la hora de elegir todo lo que rodea tu trabajo?
-La verdad es que no. Sacar adelante un proyecto exige mucho esfuerzo y muchas llamadas al móvil. Alguien dijo que la música era el arte de saber combinar los horarios de los músicos, y muchas veces es cierto. Pero sí soy libre para hacer las canciones que quiero, vamos, no tengo imposiciones comerciales ni nada de eso.

-Alguna vez te he oído decir que no ha habido suerte con las portadas de los discos de Danza. En el caso de Polo Sur aparece una foto tuya a luz y sombra. Me gusta, pero ¿no te parece una expresión demasiado seria para un título como ese?
-No estoy de acuerdo. “Polo sur” es un disco más de sombras que de luces, con una presencia importante de amores ocultos y oscuros; con el misterio de la aventura, de las tentaciones. La portada retrata muy bien esa dureza.

-Javier, pincha ahora tú el disco que quieras. ¿Qué te apetece oír?
-Ahora mismo estoy enganchado con este: el “Orphans” de Tom Waits. ¡Y todavía no he salido del primer cd!

[A estas alturas de la noche, hay a quienes no veo por ningún lado. Ignoro si fueron al baño de excursión o si cabalgan a pares y a escondidas. En cualquier caso, la fiesta evoluciona adecuadamente y yo me siento dichoso porque estoy hablando con uno de los andaluces más carismáticos de la escena nacional].

-Desde tu posición privilegiada de veterano, ¿cómo ves el panorama creativo?
-Regular. No me gusta parecer catastrofista, pero hay poca cosa a nivel nacional. Fuera es otro asunto, de hecho me gustan mucho más los discos de los dosmiles que los de los 90.

-¿Qué final ves a toda esta cultura del clon y el pelotazo?
-Ya me hablas de España, claro. Pues no lo veo claro. Como el país no evolucione culturalmente, como las radios y la televisión no abandonen la dictadura feroz del capital, poco hay que hacer. Y ya no se le puede echar la culpa al aznarismo de este momento tan bajo.

-¿Volverán a sonar en la radio las canciones con alma?
-Yo sigo siendo optimista. Hasta en los momentos más cutres siempre se cuela algún tema que engancha el corazón del oyente, que supone un éxito inesperado. Lo que pasa es que ahora la información llega a los chavales de forma desordenada, porque tienen acceso a todo, y eso es un poco putada. Pero gente con sensibilidad siempre la hay, siempre existirá. Amén.

[Creo que es hora de dejar que Javier haga vida en esta fiesta más allá de mis preguntas. No quiero resultar demasiado pesado. Además es bastante tarde y quedan muchas cosas por soñar. Cuando llegue el final, cuando no quede noche en los vasos ni cigarrillos ni ron, dejaré que suene Besos al aire, una de las canciones más emocionantes que he escuchado en los últimos años. Y no sé, no sé, necesito más…]




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