La noche en la que murió Franco, Sabina se llevó un susto de muerte. Llamaron a su puerta, en su exilio londinense, y cuando preguntó quién era, sonó el grito de: «Open the door. It’s the police». Joaquín se acongojó porque llevaba años de ilegal, por la pereza de no ir a comisaría a renovar el pasaporte. Se trataba de un broma de su buen amigo Isabelo Garrido, el mismo que días antes le había prestado 70 libras «para que no lo echaran de su casa» y que aún no ha recuperado. «Se las gastó esa misma noche invitando a unas chavalitas». Tras la broma, Isabelo y Joaquín bebieron whisky para celebrar que, por fin, España se había librado del viejo dictador.
En 1975, el cantautor ubetense era «un rojo de verdad» según el periodista Raúl del Pozo, que por entonces era corresponsal en Inglaterra del diario Pueblo. Él también pertenecía a su cuadrilla de amigos y los dos, Isabelo y Raúl, aparecen en el tercero y último capítulo de ‘Pongamos que hablo de Sabina’, el documental de Atresmedia en el que he trabajado como guionista.
Pero no solo sus viejos camaradas aparecen en esta nueva entrega (en mi opinión la mejor, la más sabiniana) sino una batería de grandes políticos que nos ayudan a retratar al Joaquín Sabina concienciado políticamente: Esperanza Aguirre, Celia Villalobos, Patxi López y Pablo Iglesias, que además, nos confiesa una de sus grandes adicciones. Entre todos intentarán resolvernos algunas incógnitas: ¿Sigue siendo Joaquín Sabina una persona de izquierdas? ¿A qué partido vota? ¿Es verdad que apoyó a José Luis Rodríguez Zapatero en la campaña electoral y luego no lo votó? ¿Por qué fue censurado en Televisión Española? ¿Cómo se lleva con los políticos de derechas? ¿Qué le une a Baltasar Garzón, el juez que fue juzgado por investigar los crímenes franquistas? ¿Es cierto que Sabina lanzó un cóctel molotov frente a una entidad financiera?
Este último capítulo, que se centra en sus pasiones, no se limita a su debilidad por la política (según Pancho Varona, se lee 5 periódicos diarios) sino también a otras de sus aficiones, como el fútbol, la tauromaquia o la televisión: ¿Es más feliz en la plaza de toros de Las Ventas o en el Wanda Metropolitano? ¿Qué programas de televisión le gusta ver? ¿Por qué le dio plantón Nuria Fergó?
Para hablar de sus pasiones también aparecen algunos de sus amigos del Clan de Rota, como Benjamín Prado o Almudena Grandes, que nos explica por qué tras el ictus Joaquín Sabina huyó de los músicos y se refugió en los escritores: «Pronto se dio cuenta de que los poetas beben más que los músicos, pero solo beben», nos confiesa la autora de ‘Los besos en el pan’ o ‘Las edades de Lulú’.
Pero uno de los grandes momentazos de esta serie documental llega de la mano de Javier Salas, el fotógrafo que logró desnudarlo íntegramente. Nos contará cómo surgió aquella sesión, la polémica que se generó alrededor y nos mostará abundante material inédito. Joaquín Sabina tal y como lo parió su madre en 1949. Bueno, con un calcetín roto de más.
Y como para ser grande hay que tener importantes enemigos, en esta última entrega aparece Ramoncín, con quien a principios de siglo Joaquín Sabina protagonizó una sonada polémica a cuenta del título de una de sus giras: «Carretera y top manta». Ramón nos cita en un ring de boxeo para contarnos cómo vivieron aquella pelea y si, tantos años después, han logrado hacer las paces.
Como en cada capítulo, el broche de oro lo ponemos con una versión musical. Esta vez Pablo López nos canta ‘Quién me ha robado el mes de abril’.
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