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El capitalismo se muerde la boca

Publicado el 23 julio 2008 por manuguerrero

Todo está resultando mucho peor de lo que preveíamos. Aquí un servidor, como otros miles de ciudadanos, lleva años anunciando lo que iba a ocurrir, tarde o temprano, a la economía de este país y, por tanto, a los bolsillos de cada uno de nosotros. La burbuja inmobiliaria tenía que estallar. Y vaya si ha explotado. Tanto que hasta nuestro querido presidente se ha dignado a reconocer lo que todos llevamos meses sufriendo: que estamos inmersos en una profunda crisis económica. No lo hizo antes por suspicacia, pues hubiera perdido las elecciones generales.

No hacía falta ser un águila para darse cuenta. Durante años, el precio de la vivienda ha ido ascendiendo desorbitadamente porque todos (vendedores y compradores) pensaban que la revalorización del suelo era infinita. Lo compro por 20 y lo vendo por 40, decían. Así de fácil. Era un modelo que interesaba, paradójicamente, al poder político, porque le permitía presumir de liderar un país que crecía entorno al 3-4%. Ese crecimiento era, en toda regla, una falacia de película porque la prosperidad contabilizaba el futuro sudor de millones de españoles que se endeudaban hasta las cejas para pagar casas que con un poco de sensatez nunca hubieran adquirido. Es decir, que ese sudor futuro (hipotecas de hasta 50 años) era el combustible de los últimos PIB. Menuda aberración. ¿Quién garantizaba que esas hipotecas pudieran ciertamente pagarse? ¿Cómo puede el Estado especular con lo que somos y con lo que vamos a ser?

Ya hemos entrado en la fase crítica. No se venden pisos y se disparan los parados y los morosos, esos que florecerían tarde o temprano, y que son quienes más daño hacen al sistema vigente. Además, importantes inmobiliarias (y no sólo inmobiliarias) declaran suspensión de pagos, como Martinsa-Fadesa, líder del sector. Imagínensen cómo estarán en estos momentos los contables de otras empresas similares: tiritando a base de somníferos.

Pero los responsables de este modelo económico fallido y traicionero no sólo hay que buscarlos entre quienes nos han gobernado desde 1996 hasta ahora, que indudablemente son quienes nos han tomado el pelo. También hay que señalar con el dedo a quienes ocupan asiento en los consejos de administración de los bancos y las cajas de ahorros de nuestro país. Eran, junto a los gobernantes, los más beneficiados por la trampa. Prestaban dinero para construir y luego hipotecaban tu casa. Es decir, que a una misma vivienda le sacaban doble beneficio: el del promotor y el del comprador. Menudo pelotazo. Ellos son, repito, con nombres y apellidos, los que han convertido a millones de ciudadanos en sus propios esclavos. ¿Qué es si no alguien que si saca el pie del tiesto se queda sin techo y sin agua caliente? ¿Por qué no actúa la Justicia?

Zapatero, por su parte, no deja de defraudarnos. Se equivocó con la ayuda al alquiler, pues el dinero prometido no llega a los jóvenes y, sin embargo, los arrendadores llevan meses aplicando la correspondiente subida en el contrato, es decir, 210 euros mensuales. También se equivocó con los 400 euros del IRPF, que ha ido a parar a quienes, precisamente, menos lo necesitan, los que tienen rentas más altas, pues los mileuristas apenas han catado 50 euritos.

Ahora, nuestro presidente presume de haberlo hecho bien en estos cien primeros días de legislatura. Pero vuelve a errar. ¿Se acuerdan ustedes de aquella frase que dijo en 2004 de No os fallaré? Bien, pues ahora que ha aceptado esta profunda crisis económica, no se le ocurre otra cosa que reunirse con economistas supuestamente independientes para que le evalúen la situación. Se refiere a destacados miembros del Banco de España, del Instituto de Estudios Económicos, del BBVA, del Santander… ¿Alguien que tiene una nómina mínima de 6.000 euros mensuales puede contarle al presidente del Gobierno cuál es la enfermedad de este país? O sea, ¿que los bancos inoculan su veneno y luego tienen que describir el diagnóstico? ¿Dónde queda la gente y el sentido común?

Todo esto no hace más que evidenciar que el capitalismo, tal y como está entendido actualmente, es decir, bajo los preceptos del neoliberalismo, es un sistema económico que no renta a la gran mayoría de los ciudadanos. Cuando la situación económica es favorable, los beneficios se dirigen de forma desproporcionada a un grupo reducido de personas (que alguien revise las ventas de obras de arte, yates y aviones privados de estos últimos años) y cuando llegan las vacas flacas, somos los demás los que hemos de buscarle hierba. No, no es admisible.

Tenía razón Marx cuando decía que el capitalismo se devoraría a sí mismo. Estamos viendo un claro ejemplo, un prólogo de lo que puede ocurrir en un par de décadas, pues se está mordiendo la boca para colmar su insaciable voracidad. Los bancos han caído en su propia trampa y ahora se las ven negras para recaudar el dinero que prestaron para poder vender las construcciones que patrocinaban. El desmesurado crecimiento de la banca se corresponde milimétricamente con la depauperación de las clases bajas y medias-bajas. Y ocurrirá también a nivel global, cuando los países emergentes necesiten asumir el modelo de crecimiento que acaba de fracasar en Europa y Estados Unidos, porque la Historia se repite y nada, nada es para siempre.

 

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