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Diego Vasallo. MÚSICA PARA EL PRÓXIMO OTOÑO

Publicado el 27 marzo 2007 por manuguerrero



Durante años tratar de entrevistar a Diego Vasallo (San Sebastián, 1966) ha sido para mí algo así como una ridícula proposición personal. Desde mi primera adolescencia trataba de separar las canciones de Duncan Dhu que llevaban la impronta de Diego y, como repudiaba el alquitrán, me las fumaba una a una. Suponían un placer únicamente parecido al de las soledades deseadas. Cuando descubrí su carrera en solitario tuve la sensación de que nos habíamos quedado solos en el mundo. Él en algún lugar del Norte encerrado en un piso oscuro y carcomido por el salitre del Cantábrico y yo en el Sur, esperando días grises, lluvia y cristales vahados para escuchar todo aquello que él fuera capaz de concebir. Ahora, con saña y alevosía, y con el pretexto de estrenar mi página web, he roto esa protocolaria muralla que suele separar al artista del joven sentimental.

-Bienvenido a mi web, Diego. Espero que te sientas cómodo en este lugar del mundo. Hace tiempo que no te veo por televisión y casi todo lo que me llega de ti son tus discos. ¿Qué sabemos de ti escuchándolos una y otra vez?
-Creo que con la obra de un escritor o compositor se conoce mucho de la persona; probablemente la parte más sincera y profunda. El mundo interior, las reflexiones, los estados de ánimo, la visión del mundo.

-¿Te sientes ahora más unido a tus admiradores que cuando bailabas en la cresta de la ola?
-Me siento mucho más unido a mi obra ahora que antes. Mirando a mis canciones me veo reflejado, pero al mismo tiempo desconozco al público, incluso me pregunto si estas canciones llegan alguna vez a alguien. Mi mundo es un tanto hermético y reconozco que me gusta aislarme todo lo que puedo del exterior. En cualquier caso soy de los que creen que las canciones se escriben para que alguien las escuche (y disfrute). El destinatario nunca es uno mismo.

-Musicar poemas ajenos en La máquina del mundo ha sido, supongo, una nueva aventura para ti. ¿Te has divertido?
-Musicar los poemas de Roger ha sido muy gratificante. Efectivamente es algo nuevo para mí, ya que casi siempre escribo mis propios textos, pero las melodías se han ajustado a los poemas como si fueran míos. Siempre hay algo de magia en estas cosas.

-¿Cómo ha sido la selección de textos y el proceso de grabación?
-La selección de los textos fue de Roger, aunque yo tuve que descartar alguno que veía demasiado complicado de convertirlo en canción. También tuve que reestructurar otros para que se pudieran cantar. Fue como una operación un tanto delicada que, creo, salió bastante bien. La grabación fue rápida y muy espontánea: todos tocando juntos y maquillando lo menos posible las canciones y poemas. Dejando los errores al aire. Solo unas cuantas tomas de cada tema.

-Roger Wolfe escribe sobre un universo muy parecido al tuyo. ¡Parece que habéis crecido juntos!

La avería
Roger Wolfe

Dar amor, lo sé,
pero no funciona.
Mostrar piedad, lo sé,
pero no funciona.
Eliminar el yo, lo sé,
pero no funciona.
Acabar con el deseo, lo sé,
pero no funciona.
Vivir el hoy y no el mañana ni el ayer, lo sé,
pero no funciona.
Poner la otra mejilla, lo sé,
pero no funciona.
¿Qué hacer entonces? No lo sé
Y no funciona.

 

-¿Cómo os conocisteis?
-Roger y yo nos conocimos a raíz de una lectura de sus poemas que hizo en San Sebastián en invierno de 2004. Mantuvimos correspondencia durante mucho tiempo y fue surgiendo la idea de colaborar juntos. Es verdad que nuestra visión de las cosas es bastante cercana, aunque con algunos matices.

-Da la sensación de que eres ABSOLUTAMENTE LIBRE a la hora de crear. ¿Es cierto?
-Intento ser lo más libre posible a la hora de plantearme un trabajo, aunque siempre tienes que amoldar las canciones a una serie de condicionantes: presupuesto, instrumentistas, estudio de grabación, etc. Tengo la suerte de contar con colaboradores amigos muy fieles que me siguen al fin del mundo. Tengo mucho que agradecerles.

-Tus canciones son esencialmente tristes, pero a mí me hacen feliz. ¿Cómo explicas la paradoja?
He reflexionado mucho sobre el placer de las canciones tristes pero no he llegado a ninguna conclusión. Imagino que tendrá que ver con la magia del arte, que toca los sentimientos más profundos y misteriosos del ser humano de una manera directa, sin contaminarse por la razón. También pienso que debe tener algo que ver con la empatía, aunque no consigo desentrañar el laberinto. Buen tema para estudiosos, pero yo solo soy un escritor de canciones que se deja arrastrar por el instinto.

«He pensado que algún día me llevarías a un lugar habitado por una araña del tamaño de un hombre y que pasaríamos toda la vida mirándola, aterrados».
Dostoievski en Los endemoniados

-En la obra de Dostoievski, el sufrimiento es utilizado para el renacimiento espiritual. ¿Te da miedo perder algún día, de modo definitivo, la habilidad de escribir/crear?
-No me da miedo dejar de crear, porque creo que la creación surge de una necesidad extraña que si desaparece, probablemente sea porque estés en otro momento de tu vida diferente, quizás más estable, no lo sé. De todas formas cada vez escribo menos y soy más lento en todo lo que hago. Necesito mi tiempo.

-¿Has llorado alguna vez escribiendo una canción? ¿cantando? ¿pintando?
Las canciones me han hecho llorar muchas veces y creo que es algo magnífico. Es un placer muy extraño, como si los dioses cantaran para ti. Esa es la grandeza de la música.

En algún lugar oscuro
Diego Vasallo

“Todas mis canciones están hechas de miedo a perderte.
Todas mis respuestas se han perdido en algún lugar oscuro”

Diego Vasallo entre dos de sus pasiones: la música y la pintura.

 

Me sentiría muy feliz si supiera que alguien ha llorado con alguna de mis canciones porque creo que en ese momento la canción te está ayudando, te acompaña, ya no estás solo. Y así puedes pensar que las canciones sirven realmente para algo, que pueden hacer mejor la vida de una persona. Y eso es algo grande.

-¿Alguna canción (tuya o ajena) ha puesto en peligro tu estabilidad personal?
-No. Al contrario, las canciones me han ayudado a estabilizar momentos de crisis. Es la inestabilidad la que muchas veces hace que aflore una canción. Las canciones sirven para acompañar a la vida, para darle un sentido, para corregirla o para celebrarla.

-¿Y las canciones se mueren?
-Las buenas, no. Para mí son las que encuentran una armonía natural entre lo que se dice y la música que lo envuelve. Las que surgen como por arte de magia de una sabiduría antigua y esencial y llegan directamente al fondo de las emociones. La música popular está llena de este tipo de canciones. Esas no morirán jamás.

-Además del disco de poemas de Wolfe, han publicado recientemente un recopilatorio con el título Las huellas borradas. ¿Te acecha la sensación de pasar desapercibido? ¿Te sientes con el poder suficiente para elegir qué queda de ti en el mundo y qué es diluido por las olas del mar?
-No me siento en absoluto capaz de elegir lo que quedará de mi obra, si es que queda algo. Eso sólo el tiempo lo decide.

Las huellas borradas
Diego Vasallo

“Corazones de goma,
ciudades en coma,
murciélagos en coma
que se muerden la boca,
que se mueren de sueño”

-Lo que ha quedado para siempre gracias a ese disco es el dúo en Donde cruza la frontera con Quique González, quien por cierto profesa gran admiración por tu música… ¿cómo explicas el repentino éxito de Quique tal y como está el panorama?
-Quique es un escritor de canciones a la vieja usanza, como a mí me gustan; imprime a las canciones el sello de verdad y poesía que tienen las cosas hechas con el corazón.

-Por cierto, Diego, ¿tu voz te prohíbe determinadas palabras, ciertos versos, o sencillamente tienes la voz que mejor se ajusta a lo que vives/sientes?
-La voz es una herramienta que la tienes que utilizar de la mejor manera posible adaptando la música a sus limitaciones. Y pasa lo mismo con las palabras. Hay palabras que un tipo de voz no debería pronunciar. Para mí solo vale lo que es creíble.

-¿Alguna vez te has sentado frente a tu voz para beber güisqui? ¿y para liaros a puñetazos?
-Sólo para beber unos vinos.

Vagones plateados
Diego Vasallo

Estamos de mudanzas
a ninguna parte
con un camión vacío,
hay obras en las calles
que aún no tienen nombre
que aún no tienen nombre.

-Desde sus comienzos, Luis García Montero ha reivindicado la ternura como rebeldía.  En tus canciones, tras esa crudeza palpable, hay mucha ternura. ¿Tú también la entiendes como tal? ¿para qué necesitamos la violencia?
-Sí, creo que hay ternura, por el mundo, las cosas simples, la vida cotidiana, aunque quizás esté agazapada tras un velo de melancolía. También creo que está presente la violencia del mundo contra la persona de carne y hueso, el individuo cotidiano, el sinsentido de las relaciones humanas…

-Me gusta escuchar tu música a solas, enfrentándome a los textos, viviéndolos, sintiéndolos por dentro. ¿Crees que esa actitud mía y de otros muchos seguidores es lo que dificulta que actúes en directo más a menudo?
-No, la música podría funcionar en pequeños espacios adecuados. El que ahora no actúe en directo se debe más a una cuestión anímica, personal, no encuentro la fuerza y la motivación necesarias que hacen falta para enfrentarte al escenario.

-¿La tristeza se empeña en aislarnos o es que preferimos deshacernos solos de las situaciones desvaforables?
-Yo prefiero aislarme en momentos, digamos difíciles. La tristeza es parte de la vida, la otra cara de la moneda. Pero lo que tiñe toda mi obra es la melancolía, ese estado entre ensimismado y placentero en el que miras a la inmensidad de la vida. Una especie de meditación de andar por casa.

Metáfora del mundo esta climatología.
¿Adónde escapar?

Roger Wolfe

-¿Tienes respuesta para esa pregunta de Wolfe?
-No se puede escapar, esa es la cuestión; hay que adaptarse, ir a favor de la corriente de lo cotidiano y establecer un mínimo de distancia con las cosas. El problema de personas como Wolfe es que su lucidez les persigue.

-¿Cómo influyen en ti las ciudades? ¿en cuál te sientes más “tú”?
-Creo que mis canciones son muy urbanas y se alimentan de esa soledad en medio de la jungla humana. Mis ciudades favoritas son en las que paso más tiempo: Madrid y San Sebastián. Donosti es más placentera, más cómoda pero Madrid es una fuente inagotable, más pegada al suelo, más literaria.

“Cuanto más me defino, menos límites tengo”
Fernando Pessoa en Anarquismo

-¿Dedicas, como parece, tanto tiempo a la reflexión sobre la existencia?
-Creo que demasiado tiempo para no llegar nunca a ninguna parte, pero por lo menos de ahí surgen algunas canciones.

-¿Y a qué conclusiones llegas?
-La conclusión es, como diría Wolfe, el sinsentido, la perplejidad ante este mundo tan absurdo.

-Gracias a internet se está popularizando aún más tu obra pictórica. ¿La globalización, tal y como está entendida actualmente, trae al artista más ventajas que perjuicios?
-Yo creo que trae más ventajas y que traerá más en el futuro, a pesar de la piratería y todo eso. Es una de las pocas cosas sobre las que soy optimista en cuanto al progreso.

-¿Te expresas ya con la misma facilidad pintando que escribiendo?
-Creo que no. Soy todavía un poco esclavo de los materiales. Tengo que liberarme más.

-Pintando sueles usar los mismos colores que escribiendo. ¿Nunca has sentido la curiosidad de dibujar con otras gamas?
-El color no es algo básico para mí. De momento me interesa más la expresión, la intervención espontánea, la evocación, la poesía…

-¿Alguna vez te has atrevido a pintar una canción?
-No exactamente, pero la música predispone el ánimo para la pintura. En ese sentido creo que la música es el arte más directo que existe, el que llega más directamente a la parte visceral de las personas.

-Una vez leí que te gusta María Creuza. ¿Sabes que un amigo, Gabriel Sopeña, está preparando un segundo disco con ella? ¿te gustaría cantar con ella?
-No me atrevería a cantar con ella. Yo como intérprete soy realmente limitado. Lo que sí me haría ilusión es poder hacerle llegar algo de mi obra, quizá “Las huellas borradas”…

Collar de lunas
Diego Vasallo

“Miénteme hasta hacerme feliz,
miénteme hasta verme llorar
miénteme con mentiras prohibidas,
miénteme como tú sabes…”

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