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Cifras y letras

Publicado el 28 septiembre 2011 por manuguerrero

No dejo de darle vueltas al asunto. Con qué rapidez nuestros queridos representantes se han puesto de acuerdo para la reforma constitucional. Varias horas de reunión, una noche a medias y se acabó. Imagino que al menos un güisqui tendrían entre las manos… Así se acuerda en nuestro país cambiar el texto supremo que nos rige y que era hasta ahora prácticamente intocable. Nos dicen que es por nuestro bien y eso me recuerda mucho a lo de “todo para el pueblo, pero sin el pueblo”, que aprendíamos en el colegio cuando nos hablaban del despotismo ilustrado. Si lo de ahora, al menos, fuera ilustrado… Pero no, no es ilustrado, ni se le parece.

Con el anuncio, los dos partidos acordantes han vuelto a quedar en el más espantoso de los ridículos. Se proponen limitar el déficit por Constitución, después de casi dos décadas de gestión abominable. ¿Quién ha gestionado nuestro dinero en este tiempo a lo largo y ancho del 95% de territorio español? Exacto: los mismos que ahora prohíben el derroche del capital común. Creo que hubiera sido más sensato reconocer que no han hecho bien su labor y dejar a la ciudadanía que decida al respecto, y ellos a esperar noticias desde la madriguera. ¿Que la ciudadanía no está preparada para tomar una decisión de tal envergadura? ¿Y quién ha elaborado y determinado los planes educativos en los últimos treinta años? Porque ese es otro fracaso suyo, y no exclusivamente nuestro.

Seamos precisos: se han puesto de acuerdo en una cifra, después de varias décadas en las que prácticamente no se han puesto de acuerdo en una sola letra, en una sola palabra. Cuántas vueltas le dieron, y le siguen dando, al término “matrimonio” para reconocer a las personas del mismo sexo que se unen de cara a la legalidad. ¿Cuántas veces han estrechado manos entorno a algo tan vital como la política antiterrosista, es decir, sobre las palabras paz o seguridad? ¿Cuántas, díganme, se han reunido para elaborar un texto común sobre Educación? Cada gobierno llega y trastoca los planes educativos de todo el país. ¿Es tan difícil ver lo que la ciudadanía ve? Jamás, jamás se ponen de acuerdo al hablar de igualdad, dignidad, contratos laborales, progreso, futuro, derechos sociales… Palabras al fin y al cabo decisivas para nuestras vidas. Y lo que no consiguen cientos o miles de palabras lo consigue un maldito número. Algo debería preocuparnos mucho… Hablar de números es demasiado fácil y evidente, pero detrás de los números se esconden palabras, frases, ideologías. Sin embargo, nadie admite ni reconoce las frases que acompañan a nuestros datos de hoy: que la crisis durará en España al menos hasta 2020, que el paro llegará a los 6 millones (aquí mismo, hace varios años, decía que rozaríamos los 5, y ahora creo que llegaremos a los 6 si no emigra más de un millón de jóvenes universitarios, como parece que ocurrirá pronto…) La realidad es así, y así hay que tomársela. Tanto la derecha real como la derecha maquillada no hacen más que dar vueltas, pero sin dejar de llevar a la práctica políticas de corte ultraliberal. Y hasta aquí hemos llegado: han vendido el poder democrático, la fuerza que emana de la gente, a la banca y la ferocidad de los mercados (que al contrario de lo que digan no somos tú y yo, sino personas con nombres y apellidos que a día de hoy se están repartiendo el mundo.)

Estas cosas ocurren. Después de varios siglos de dominio absoluto, Europa tuvo que ceder el testigo de la hegemonia a Estados Unidos, y entre medias hubo dos guerras mundiales y una hecatombe bursátil. Ahora es Norteamérica la que hace lo propio con ciertos países emergentes, y lo del crack lo conocemos bien porque ha vuelto a repetirse. Lo otro, de momento no, pero no parece demasiado improbable. Del 29 al 39 cuenten los años que pasaron… (Y ahora todo va más deprisa.)

Creo que lo conveniente es aceptarlo así y que cada país o entidad supranacional trabaje para situarse bien, para equilibrar el reparto de la prosperidad. Y eso se hace asumiendo ciertas palabras, ciertas reflexiones. El axioma marxista de “el capitalismo se devora a sí mismo” parece infalible. No le ha llegado aún el momento, es cierto, porque aún tiene margen de maniobra (ya sabemos: inyecciones de dinero público en la banca privada etc…) pero se va acercando. Basta con esperar 10 o 15 años, cuando China alcance un nivel de consumismo parecido al de los países de vieja tradición capitalista. Cuando los mil millones de chinos digan de ducharse a diario, y una cuarta parte de ellos disponga de un jardín en su vivienda pareada, no habrá agua para las necesidades básicas de la otra mitad del planeta. Vamos, como ahora, pero mucho peor…

El futuro se presenta así. No admitirlo es condenarse a la hoguera. Zapatero, a pequeña escala, lo sabe bien, y por eso sueña con irse pronto a una isla desierta. Rajoy, entre tanta campaña y tanto mitin, no ha tenido tiempo para pensarlo, pero su mujer, doña Elvira, se lo pregunta a menudo justo antes de dormir: “Cariño, ¿sabes dónde te estás metiendo? Yo no te veo suficientemente preparado.”

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1 Comentarios en esta entrada

  1. Jadc Says:

    Yo no se en que omnteo nos criaron como un pueblode siervos que chupamos atole con el dedo. Desde qe tengo memoria estos abusos son el pan de cada dia y al parecer con un clasiquito de futbol, un escandalo de modelos o una pareja bailando se nos olvida todo.Somos un pueblo unico, sin madurez politica, sin opinion, sin ganas de hacer las cosas.Vos sabes que una de las cosas que mas me inyecto del mundo blogger fue que yo pensaba que todo el pais era un zombi, que nadie se despertaba pensando estos temas que justamente mencionas en el post y cuando empece a leer os blogs me di cuenta que habemos muchos disconformes y dispuestos a hbalar, a criticar, a usar le sentido comun y decir «puta, es que las varas estan mal!»Bien dicho men, bien dicho, el asunto aca… ora que hacemos?! estmos solos… sosmos unos cusntaos contra muchos…. demasidos años de ciranza narcoleptica!Saludos men

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